Nuevo ministro de Agricultura, por Simón Boccanegra

Chacumbele está «remozando» su gabinete. Nombres conocidos, aunque hasta ahora de segunda fila, asumen algunas de las carteras. Pero de los nombramientos hay uno que constituye uno de los gestos más extravagantes de alguien que si por algo se ha distinguido es por la carencia de sobriedad. Es el de Juan Carlos Loyo como ministro de Agricultura. En una época estuvo en el Inti y de allí pasó a Agricultura, de donde salió rodeado de sospechas por todas partes. Se le señaló como un corrupto de marca mayor, que hizo fortunas arreglándose con terratenientes a expropiar.
Famosa es su fotografía, visible la pistola al cinto, en una de sus expediciones expropiatorias. De hecho, por los caminos verdes circuló la especie de que Chávez estaba muy disgustado con las tropelías de Loyo. Pero ya se le deben haber olvidado o, probablemente, las perdona porque no consigue a quien darle esa chamba y no le queda más remedio que recurrir al inefable Loyo. Por supuesto, no hay ninguna razón para suponer que este segundo debut de Loyo será mejor que el primero. Es el mismo tipo con sus mismas mañas. La misma miasma. Se entiende porque este gobierno es tan ineficiente y su fama de corrupto trasciende las fronteras. Chávez no tiene equipo y va para quince años con la misma gente, rotada por distintas posiciones, tan ineficientes en unas como en otras y con largas uñas varios de ellos. ¿Cuánto durará esta vez el insumergible Loyo?