Orgía de corrupción, por Teodoro Petkoff
La inflación es hija natural del control cambiario. Chacumbele está haciendo esfuerzos fenomenales para no reconocer esa hija. Está como el padre Fernando Lugo, presidente de Paraguay, con los que fue dejando regados por ahí durante su ejercicio como representante de Dios en la tierra. Pero los venezolanos ya no necesitamos examen de ADN en Chacumbele para saber que ciertamente es el padre de la inflación que ya tenemos y es también el padre de la que vendrá.
Si al control cambiario se le agregan cambios diferenciales, es decir varios tipos de cambio (2,60; 4,30 y el paralelo), entonces a la hija que ya existía, la señorita Corrupción, le nace una hermana monstruosa, la señorita que en alguna época lejana llamaban Recadi y que ahora podría ser bautizada como la niña Recadivi.
Todos los trajinadores de Venezuela y del exterior deben estarse frotando las manos. Se dirán que esto se los mandó Dios. Pero no fue Dios, fue Chávez.
Imaginemos algunas de las marramucias posibles. Un importador sinvergüenza de alimentos, por ejemplo, tiene el siguiente panorama ante sí.
Puede sobrefacturar; esto es, para una importación determinada de varios millones de dólares va a Cadivi con una factura por un monto mayor, previamente convenida con su proveedor del extranjero. Paga 2,60 por cada uno de los verdes, paga la importación y la diferencia la vende en el mercado paralelo, a la tasa que ésta tenga, que será, no lo dudemos, superior a 4,30. Negocio redondo. También puede colocar la diferencia en cuentas en el exterior. ¿El profesor Samán o la Guardia Nacional van a impedir esto? Imposible. El guisador tiene sus cómplices en Cadivi o en cualquier escalón de la alta burocracia, con los cuales partirá la cochina y la impunidad quedará asegurada.
Las modalidades de la corrupción son infinitas. Otro ejemplo, el artículo 6 del Convenio Cambiario Nº 14 (que es el nombre oficial del chuzo que nos han metido) autoriza a «las personas naturales o jurídicas privadas, dedicadas a la exportación de bienes y servicios» a «retener y administrar hasta el 30% del ingreso que perciban en divisas». Magnífico estímulo para la exportación, pero también para la vagabundería, porque la atracción que ofrecerá el mercado paralelo (ya prácticamente legalizado) será irresistible. No hablemos del tradicional pulseo para conseguir dólares más baratos, y colocarlos luego en el otro mercado. Dice el Convenio Nº 14 que pagos «para recuperación de salud, deporte, cultura, investigaciones científicas y otros casos de especial urgencia» serán liquidados a 2,60 «a juicio de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi)».
¡Qué manguangua! No es nada difícil imaginar al funcionario de Cadivi autorizando liquidaciones a 2,60, previo pago de la correspondiente comisión (a 4,30, claro) para cualquier cosa que «a juicio» suyo califique como «deporte, cultura, investigaciones científicas y otros casos de especial urgencia». Lo que viene es una orgía de corrupción que, encima de todo, empeorará los índices delictivos generales porque si arriba roban a dos manos, ¿qué razones tendrán abajo para sustraerse a ese festival? Lo que queda de la «revolución» terminará de irse por el albañal.