Oswaldo Guillén, por Simón Boccanegra
Me cuento entre quienes están contentos con el logro de Oswaldo Guillén. Me alegra que nuestro compatriota haya podido llevar al triunfo en su división a los Medias Blancas. Ligaré que gane el play-off de su liga y que vaya a la final con quien gane la otra liga. Creo, como Fernando Savater, el filósofo español, que el deporte es un espacio de socialización amable y grato y los aficionados de cualquier disciplina deportiva siempre tienen temas para conversar y discutir, por lo general sin matarse entre sí.Por eso me encanta que Oswaldo Guillén nos proporcione un tema de discusión. Es un tipo controversial y, como todos los verdaderos líderes, es querido y detestado.Pero nunca pasa por debajo de la mesa. Ahora dicen que hay un “ozzieball”, el béisbol de Oswaldo —Ozzie, como le dicen en el Norte y ya también aquí, cosa que me saca la piedra, pero que tampoco es mal de morirse—,como si la pelota que juega Guillén no fuera la pelota caribe y llena de picardía que se juega en cualquier caimanera vernácula. Era la pelota de “La Guaira” en sus buenos tiempos, los de la “guerrillita”. De esa escuela viene Oswaldo Guillén. Ojalá que todo le salga bien ahora y nos dé ese nuevo motivo de orgullo, ese light, que no daña ni es chovinista, de sentirse compatriota de alguien que en algún lugar del mundo se la comió.