Otra vez por amor, por Teodoro Petkoff
Su Serenísima Majestad Chacumbele vino otra vez por lo bajito el domingo pasado. Habló de lanzar puentes hacia la oposición democrática, pero, «eso sí, sin pactos, no me propongan otro Punto Fijo».
Este cambio de velocidad se debe, sin duda, a los resultados de las últimas encuestas y focus groups que el gobierno realiza casi a Su Majestad tendría que saber que aquí el único irrespeto que ha habido a los resultados electorales es el que su incendiario verbo (y probablemente también sus órdenes directas) ha creado en gobernaciones y alcaldías ganadas por la oposición. Despojar arbitrariamente a éstas de atribuciones, para transferirlas al gobierno central, suprimirles de un solo plumazo competencias y confiscarles bienes públicos como estadios y otras instalaciones deportivas, así como las armas de las policías y encima, saquear las oficinas, robando computadoras, enseres y muebles –eso sí es, ni más ni menos, desconocer los resultados electorales. Como lo es el negarse a juramentar a los gobernadores elegidos del Táchira y Carabobo. ¿Cómo habría reaccionado Su Alteza si las cosas hubieran sido al revés? ¿Qué de palabrotas, sapos y culebras no habría derramado por su bocota? ¿Habría vacilado en «meter los tanques»?
Su Majestad olvida el importante gesto político de Manuel Rosales al reconocer su victoria en 2006.
¿Tomó nota Su Alteza de ese acto político, que evidenciaba la voluntad de afirmar la estrategia democrática, demostrada luego el 2D y recientemente en las elecciones regionales? ¿Entró en la Real Mollera la evidencia de que la política que cristalizaba en ese reconocimiento derrotaba al abstencionismo y marcaba un claro deslinde con el aventurerismo? No, Su Majestad ni siquiera se dio por enterado.
La oposición no tiene que demostrar nada. Su política democrática está clara. No se puede decir lo mismo de la del gobierno.
¿Está dispuesta Su Majestad a reconocer su derrota en el próximo referéndum, tal como lo hizo el 2D? ¿Su próxima campaña será la misma orgía ventajista de siempre? De pactos, por otro lado, nadie está hablando. ¿Quiere Su Alteza tender puentes? Basta con suprimir en su lenguaje las expresiones de matón de burdel, con dejar de lado amenazas, con defender sus posiciones sin agredir ni ofender. Por supuesto, un gran gesto sería reconocer que lo de la enmienda es un fraude a la Constitución, pero ya eso sería esperar de Su Alteza un cambio de personalidad.
El país se conformaría simplemente con que el mandatario hable como una persona decente. Ese puente sería cruzado.