Outaiza, por Teodoro Petkoff
Eliézer Otaiza sale de la Disip. En páginas interiores un extenso reportaje da cuenta de las circunstancias de esta remoción y de sus posibles causas. Otaiza ha sido un jefe policial muy atípico. Inevitablemente obligado a ejercer funciones de represión y de investigación, que seguramente no excluyen procedimientos como la intervención de teléfonos y otros también no muy santos, Otaiza, sin embargo, despejó el cargo del halo siniestro y misterioso que proverbialmente rodea a los hombres de los cuerpos de inteligencia y se abrió a los medios e, incluso, al debate político. Absolutamente fiel a Chávez, ¿cómo explicar, entonces, la salida de un hombre de intachable conducta personal? Constituye, sin duda, una demostración de que Miquilena asume el cargo a plenitud, y queda subordinada a él (no debería ser de otro modo, por lo demás) una posición tan delicada como la jefatura de la Disip. Conocidas son las viejas divergencias entre ambos personajes. Obviamente, Miquilena aceptó volver al Ministerio del Interior pero con plenos poderes, sin jefes policiales que lo soslayen a la hora de rendir cuentas. Afirma así Miquilena su poder administrativo. ¿Significa también esta movida burocrática que la línea política que anunció no es pura retórica? El futuro hablará por sí mismo.