Oye, Hugo; por Teodoro Petkoff
El día de ayer fue singular. Primero fue la CTV mandando al carajo al CNE, para realizar por su cuenta, al margen de ese parapeto de tramposos, las elecciones sindicales en el Zulia. Después, una parte nada desdeñable del MVR, por boca de Alejandro Armas, en el Parlamento, censuró acremente a Adina Bastidas (al mismo tiempo, por cierto, que el Presidente la cubría de elogios en otro sitio). Finalmente, para cerrar el día, la cadena presidencial fue acompañada por un estruendoso concierto de cacerolas, cohetes y cornetas, que cubrió al valle caraqueño de punta a punta, desde Los Magallanes hasta José Félix Ribas, desde La Florida hasta El Hatillo.
Hace rato que venimos diciéndole al Presidente que oiga crecer la hierba. Por supuesto, nunca pegó el oído de la tierra. Pero esto ya no es hierba; es todo un espeso matorral de protesta, que comienza a rodear a Miraflores, desde donde pontifica un autista que se niega a leer los claros signos de malestar que brillan en el encapotado cielo de la patria. Pero su ministro del Interior, el viejo Miqui, sí que no se engaña. Ha dicho que las gallinas están cantando como gallos. Está mentando la soga en la casa del ahorcado. La frase es de Guzmán Blanco, cuando sintiendo que el país se le iba de las manos, agarró sus maletas y diciéndole a su mujer «Nos vamos, Ana Teresa, que en este país ya las gallinas están cantando como gallos», arrancó para París. Es la frase de fin de fiesta, de apaga y vamonós. A Miqui no lo engaña su olfato. La gobernabilidad del país se está debilitando.
Ya es imposible desconocer el resultado de las elecciones en la CTV. ¿Qué van a hacer los tristes tigres del CNE? ¿Qué puede hacer el Gobierno para decir que no existe una central sindical en la cual fue barrido y de donde huyó sin pelear? ¿Van a expulsar del MVR a Alejandro Armas y las otras «gallinas» que ayer, de pura pena ajena, se sacudieron a la vicepresidenta? ¿Qué van a hacer con las cacerolas, los cohetes y las cornetas? ¿Cómo ahogar esa protesta difusa, generalizada, inasible?
No somos de los que piensan que el Gobierno está caído y que lo que falta es el papeleo final. Además, tampoco le deseamos ese final y menos por la vía del golpe de Estado. Pero, todo indica que estamos ante una bola de nieve. Esto se hincha. La represión sería gasolina para la candela. Es una alternativa por la cual el Gobierno no debería pasearse ni en sueños. Lo único sensato es rectificar.
Pero rectificar no es sólo cuestión de «estilo», de dejar de insultar y agredir a sus adversarios. Anoche el Presidente no insultó ni agredió. Pero insultó la inteligencia de los venezolanos con sus mentiras. En su desmesura llegó hasta a decir que «millones de venezolanos» habían sido consultados. Presentar ese mateo que le dieron a las leyes, en conciliábulos casi secretos, sin dialogar con nadie (sin pararle ni siquiera al general Lameda, cuyas objeciones a la Ley de Hidrocarburos fueron hechas públicas, ni al general Silva, de quien se sabe que presentó, aunque no públicamente, fuertes objeciones a la Ley de Tierras), como una muestra de amplitud, es un sarcasmo sangriento. Si Chávez sigue sólo oyéndose a sí mismo, los tiempos se le van a poner duros. A él y al país. Las cacerolas hablan, Hugo. Para la oreja.