Pamplinas fritas, por Teodoro Petkoff
Afortunadamente para Venezuela, todavía quedan por allí algunos periodistas y algunos políticos de la Cuarta (unos que fueron gobierno y otros que se les opusieron) que están salvando al país de los «opinadores de oficio» y de vendedores de ilusiones como quienes desde TalCual no habíamos captado la verdadera naturaleza de la jugada de Miquilena. Ellos, por suerte, nos han iluminado. Todo es un truco, «un movimiento táctico que reafirma la estrategia», tal como nos alerta un perspicaz periodista dominical. No habíamos caído en cuenta. Necesitábamos de la sapiencia y la profundidad analítica de estos próceres del pensamiento para descubrir el abismo a donde nos está llevando nuestra ingenuidad.
Sin embargo, a riesgo de continuar siendo ridiculizados por los inventores de la rueda y descubridores del agua tibia, vamos a puntualizar algunas cosas. Ante todo, TalCual continuará saliendo al encuentro de cualquier gesto de buena voluntad que produzca el gobierno, siempre que lo entendamos como parte de una política y no un mero accidente que se agota en un día. Si en un momento dado se dan uno o dos pasos atrás en la conducta del gobierno (cosa que no es un gesto de benevolencia ni una concesión graciosa, sino expresión de situaciones en las cuales aquél ha descubierto que la luna no es pan de horno), TalCual tomará nota de ello y contribuirá a que avance un clima de mayor sosiego político en el país. Es bueno para los venezolanos que las relaciones y las controversias entre el gobierno y quienes lo adversan adquieran la normalidad que es propia de una democracia.
TalCual no se siente partícipe de una cruzada contra una inexistente «dictadura totalitaria» ni comparte la idea de que de Chávez «hay que salir a como de lugar». Somos muy críticos con su gobierno pero apostamos a la democracia y no a la aventura. No jugamos al golpe militar ni propiciamos un referendo revocatorio con más de dos años de anticipación. Chávez fue elegido para gobernar seis años y mientras las reglas del juego democrático no sean vulneradas o no se cree una crisis terminal, como la de CAP, no hay razón alguna para acortarle el periodo. Haremos todo lo posible para contribuir a despejar este clima agobiante, en el cual bailan pegado las vísceras del comandante con las de algunos de sus adversarios.
Nada asegura que la «línea» Miquilena se vaya a mantener (a pesar del narcisismo con que Chávez la hizo suya, confesando la modificación de la equivocada línea anterior), pero al país le interesa que se mantenga. Por ello hay que abordarla con criterio positivo.
Los que se las saben todas, sin duda considerarán esto como una manifestación más de «ingenuidad». No importa. En fin de cuentas, desde nuestras posturas «ingenuas» hemos hecho más por denunciar y enfrentar los abusos y arbitrariedades, así como los errores, del chavismo, que todos aquellos que confunden sus obviedades, sus pamplinas fritas, con sagacidad.