Paquete cultural, por Simón Boccanegra
Se van Sting, Maná, Blades, Sheryl Crow, Oasis y llega la revolución cultural. Esto es trópico, caribe, puro realismo mágico. El gobierno ofrece una cultura creadora y bolivariana, que vaya usted a saber qué significa, horas después que decenas de miles de compatriotas -mucho pueblo soberano, incluido- durante cuatro noches consecutivas plenaron el estadio Olímpico para disfrutar de arte diverso, plural, ecléctico. Universal, en fin. Mosca Hugo, mosca Manuel Espinoza. Nadie es dueño de los organismos, ni tampoco nadie es dueño de los gustos, las tendencias y las posibilidades creativas de la gente. Muchos sabemos a qué recuerda esto de la «revolución cultural». Esta caída y mesa limpia, esta tabla rasa que pasaron sin consideración, ni sutilezas, despierta más que aprensiones. ¿Qué dirá José Vicente, para quien -remember canciller- la mejor política cultural es la que no existe? Es decir, la que no se impone.