Para los jóvenes de Venezuela, por Lidis Méndez
El panorama político global de los siglos XX y XXI ha estado marcado por la tensión entre fuerzas democráticas y no democráticas, una lucha que ha afectado profundamente a nuestra querida Venezuela. En estos tiempos de reflexión, quiero ofrecerles respuestas y alternativas que muestren un camino de luz y esperanza, con el objetivo de detener la violencia política que ha cegado muchas vidas en nuestro país. Mi intención es explicarles, especialmente a los jóvenes, los factores que han contribuido tanto a la caída como a la persistencia de gobiernos no democráticos, para que puedan tomar decisiones más asertivas en el futuro.
Vivimos bajo un gobierno que no cumple con los principios fundamentales de la democracia. Esta realidad es diferente a la de muchos otros países, y es esencial que comprendan por qué esto es así.
Uno de los principales factores que contribuyen a la persistencia de estos gobiernos es el control de los recursos económicos. Países ricos en recursos naturales tienden a mantener regímenes autoritarios debido a la «maldición de los recursos». En Venezuela, la riqueza petrolera ha sido utilizada para mantener el control político, similar a lo que ocurre en el Golfo Pérsico.
La presión internacional ha jugado un papel crucial en la caída de algunos regímenes autoritarios, como el apartheid en Sudáfrica. Las sanciones internacionales y la presión diplomática fueron factores determinantes en su caída. Sin embargo, otros regímenes han persistido a pesar de estos esfuerzos. El caso de Cuba es un ejemplo de cómo las sanciones prolongadas pueden no lograr su objetivo y, en cambio, afectar severamente a la población.
Las crisis económicas pueden debilitar significativamente a los regímenes autoritarios como sucedió con la disolución de la URSS en la década de 1980, pero también pueden ser manejadas de manera que enriquezcan a una minoría, exacerbando la desigualdad y la pobreza como sucede en nuestro país.
No existe nada más indignante y vergonzoso que ver cómo se aplica el uso desmedido de la fuerza para silenciar, reprimir, castigar y ajusticiar a las personas, solo porque piensan y sienten distinto, o porque anhelan mejores condiciones de vida. La resistencia no violenta ha tenido éxito en algunos casos, como la resistencia de Gandhi en la India y las revoluciones de colores en Europa del Este.
Sin embargo, también ha habido fracasos dolorosos, como la Masacre de la Plaza Tiananmén en 1989 y como en muchas de las protestas en Venezuela. Las iniciativas civiles bien organizadas y sostenidas en el tiempo pueden generar conciencia y provocar divisiones dentro de las élites gobernantes. La transición española hacia la democracia tras la muerte de Franco, es un ejemplo de cómo estas divisiones pueden facilitar cambios significativos.
Otro aspecto importante, que quizás no es visible con suficiente claridad en la juventud, es el influjo de la legitimidad ideológica o religiosa (ambas igualmente peligrosas), ya que siempre juegan un papel clave en la persistencia de estos regímenes. En Irán, por ejemplo, la legitimidad religiosa ha mantenido al régimen actual desde 1979, utilizando una fuerte base ideológica religiosa.
En Venezuela, la legitimidad política ha sido utilizada para adoctrinar y condicionar la vida de un significativo número de personas. Estos sistemas ideológicos difunden la represión y el control de información de manera sistemática y paulatina, como mecanismos utilizados para mantener el poder. Corea del Norte es el caso más extremo que conozco como ejemplo del adoctrinamiento más doloroso y prolongado sobre una sociedad.
También habrás notado que el apoyo de potencias extranjeras puede presionar a los regímenes no democráticos, pero la falta de comprensión o estrategias adecuadas de éstas, también puede mantenerlos en el poder.
La reciente situación en la OEA muestra cómo las potencias pueden subestimar las complejidades locales, contradecir sus principios fundamentales y ser incapaces de influir de forma contundente y oportuna sobre situaciones irregulares y amenazantes en una región.
Afortunadamente, en nuestro país se ha demostrado el rotundo fracaso del adoctrinamiento ideológico en la juventud, motivo que podría explicar el ensañamiento actual en su contra. Invito a los a los jóvenes a seguir trascendiendo las barreras de la educación, a reforzar y seguir defendiendo con civismo los valores universales a los cuales tienen derecho, a adquirir habilidades en nuevas tecnologías, mantenerse saludables, hacer deporte, alejarse de las drogas y el alcohol, a leer, escribir, opinar y confrontar a través del diálogo y el consenso las diferencias en sus entornos, para que en el futuro no tengan que recurrir a la violencia para hacer entender sus ideales de vida y bienestar.
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El futuro de los gobiernos no democráticos seguirá siendo un tema complejo, influenciado por múltiples factores internos y externos. Cada uno de ustedes tiene el poder de decidir y contribuir al bienestar de nuestro país. Mientras tanto, es fundamental que cuiden de sí mismos y de los demás, se mantengan informados y educados, y trabajen para convertirse en ciudadanos de primera fila, listos para ayudar a Venezuela a salir adelante.
Los adultos estamos haciendo lo mejor que podemos para allanar el camino para ustedes. Vivan, sueñen, estudien, crezcan sanamente, trabajen si es necesario, y sobre todo, recuerden que nadie puede adueñarse de su voluntad. Ustedes son el futuro de nuestro país, su fuerza, valor y comprensión de la realidad que viven, serán clave para construir una Venezuela mejor.
Lidis Méndez es politóloga.
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