Para quienes hablan de primarias sin exclusión, por Beltrán Vallejo
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La lucha contra Chávez y Maduro ha sido larga y dura, sobre todo ha sido una lucha donde ha imperado la confusión. En la lucha contra la autocracia neofascista en Venezuela las cosas no están claras y los frentes contra el régimen son un piélago de inconsecuencias, negociaciones fraudulentas e intereses torcidos.
Por ejemplo, según las encuestas, los que piden que el régimen de Maduro no continúe roza más del 70% de la población; pero eso no ha sido un factor lo suficientemente determinante para que Nicolás esté fuera del poder y eso ha sido por el predominio de un conjunto de variables, entre ellas está que Maduro ha sido eficaz para mantenerse en él a todo costa y con todos los recursos posibles.
El liderazgo opositor, por su parte, ha demostrado que su narcisismo no lo deja pisar tierra. Se enredan en embustes y manipulaciones, hay mucha inconsecuencia y corrupción; además de que los aliados internacionales de los propios factores opositores también están enredados en sus urgencias geopolíticas, en sus cálculos de necesidades energéticas y en sus inconsecuencias, siendo estas condiciones las que han propiciado en el mundo el avance, el engreimiento, la impunidad, la crueldad y consolidación de regímenes variopintos en sus posturas ideológicas y creencias, pero unidos todos ellos en su animadversión a las formas de civilidad democrática.
El factor político consecuente, decidido y sacrificado en su lucha contra el régimen en Venezuela, ha pasado más de dos décadas sorteando adversidades, entre ellas las incongruencias y las contradicciones entre sus integrantes; pero en los últimos años se ha tenido que enfrentar también a esa capa de confusión y enredo –con mezcla de picardía, inmoralidad y complicidad– que comprende ese escenario que habla como contrario al régimen de Maduro, pero que en el fondo trabaja para los interés de ese régimen y que igualmente se ha aprovechado de la soberbia y miopía de los factores que tradicionalmente han adversado al chavismo y al madurismo.
De tal manera que Nicolás, aprovechando que hay una clase política a la que le gusta la plata, aprovechando la miopía y tozudez del liderazgo opositor y aprovechando a un elector opositor con mezcla de ingenua y poca formación política; ha logrado crear una oposición a su medida, una oposición a «la carta», una oposición que no es oposición, sino que es una guacamaya en Globovisión y que es la que comúnmente invitan a los saraos públicos en Miraflores, para que Maduro se eche aire en los testículos, diciéndole al pendejismo europeo y gringo que él representa a un régimen dialogante y civilizado, y en el fondo de todo esto, un pueblo lelo por estos enredos y por el hambre.
Miren, mis lectores, así esa Comisión Nacional de Primaria se ponga a cantar como Raphael y se ponga a bailar como Shakira y se rasgue las vestiduras en garantías de pureza, ecuanimidad, honestidad y amplitud en las llamadas primarias opositoras que la Plataforma Unitaria está convocando –que es el único sector legítimo de oposición en este país–, con todo eso, el pícaro de Bernabé Gutiérrez y el pícaro de Claudio y otros saltimbanquis de la política –que se hacen llamar opositores– no van a participar en las mismas, inventarán cualquier excusa babosa y presentarán sus candidaturas de postín; ¿se acuerdan del negro Claudio en Barinas?
Esta realidad está cantada porque en esos mercaderes de la política impera la plata de Maduro. ¿Qué queda? Aplastarlos con la fuerza consciente de un pueblo, como pasó en Barinas.
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