Pariendo, por Teodoro Petkoff

Hay números que con su escueta presencia pueden desnudar, sin embargo, realidades terribles. En 1998 la tasa de mortalidad materna, es decir, la cantidad de parturientas que fallecieron por cada 100 mil de ellas que dieron a luz nacimientos vivos registrados (NVR), fue de 51. Cuatro años más tarde, en 2002, la cifra se elevó a 68,3 por 100 mil nacimientos vivos registrados. La fuente de estos datos es el Ministerio de Salud y Desarrollo Social y sus estadísticas llegan sólo hasta el año 2002. No es abusivo presumir, dado el deterioro social que experimenta el país y la creciente precariedad de la atención materno-infantil, que esa realidad sea hoy aún peor que en 2002.
El 50% de las muertes maternas es debido a las complicaciones relacionadas con el parto y el puerperio; el 35% es producto de la hipertensión arterial inducida por el embarazo y el 14% proviene de los embarazos terminados en abortos. Como es lógico, la mayor parte de estas causas de muerte es prevenible con un adecuado control prenatal. También, como es lógico presumir, la inmensa mayoría de estos fallecimientos es de mujeres que habitan en las barriadas populares, donde los obstáculos para recibir atención apropiada son infinitamente mayores que en sectores sociales menos desfavorecidos. Aunque no se poseen estadísticas, el programa de atención médica primaria que proporciona el programa “Barrio Adentro” tal vez ha mejorado un poco esta realidad, pero siendo imposible que en sus módulos se atiendan partos, las parturientas terminan en la “Concepción Palacios” y en los hospitales públicos.
El punto es, tal como lo sabe todo el mundo y lo han apuntado algunos médicos cubanos contactados, la red de asistencia social del Ministerio de Salud está en terapia intensiva. Aquí en TalCual hemos dado cuenta de la dramática situación que se vive en el hospital emblemático de Caracas, el “Vargas”. En otras palabras, como nos decía un médico cubano: “Nosotros no podemos sustituir a los hospitales y ambulatorios”. Y resulta que en éstos es donde la administración “revolucionaria” ha demostrado una soberana incompetencia. De la cantidad de ministros que se ha tragado el Ministerio de Salud ya se ha perdido la cuenta. Cualquiera diría que este campo de la salud pública tendría que ser prioritario para un gobierno que se dice de avanzada social, pero la realidad, medida en cifras, dice lo contrario. Casi siete años después, el gobierno no ha sido capaz de aprobar y desarrollar la legislación de Seguridad Social y nuevamente el Seguro Social está siendo sitiado por los combativos “viejitos” reclamando el pago de sus pensiones. Más que perseguir el Santo Grial de ese “socialismo” indefinible del siglo XXI, el gobierno debería preocuparse por hacer funcionar un sistema de seguridad social eficiente y viable. Ésta sí que es la verdadera “guerra asimétrica” que el gobierno no quiere librar.