Patria y muerte, por Teodoro Petkoff

El fallecimiento prácticamente simultáneo de cuatro pacientes en el Hospital de Los Magallanes obliga a replantear el tema de las penurias que padecen los establecimientos públicos de salud y de la responsabilidad que en ello tienen los entes públicos a cuyo cargo están aquellos. Es inevitable que surja esa discusión cada vez que la desgracia golpea porque, es necesario subrayarlo, independientemente de las responsabilidades particulares, organismos públicos como el ministerio de Salud, gobernaciones y alcaldías no pueden eludir la suya. Inevitablemente, pues, el debate adquiere una connotación política.
Varios familiares de pacientes han revelado, por enésima vez, una punzante realidad: si los enfermos y sus familiares no adquieren de su propio bolsillo los insumos necesarios, los médicos es poco lo que pueden hacer. Los hospitales públicos de Caracas están muy mal dotados y de ello es imposible no responsabilizar a la Alcaldía Metropolitana.
Cuando el alcalde Barreto habla de la “insensibilidad” de las empresas privadas encargadas del suministro de oxígeno obliga a preguntarse dónde está la sensibilidad de una administración municipal que es capaz de acumular una deuda de 6 mil millones de bolívares con esas empresas. Hay gastos prioritarios, como los de salud, que incluso en las circunstancias más difíciles deben ser garantizados por la administración pública. Las partidas presupuestarias para los hospitales y escuelas deben ser sagradas y las trabas burocráticas para asegurar su flujo no pueden ser argumentadas para explicar los retrasos, que, como en este caso, se vuelven criminales. Mucho menos pueden esgrimirlas quienes no han vacilado en violentar el entramado legal y constitucional cada vez que ello conviene a sus intereses.
Barreto ha mostrado una reiterada propensión a eludir sus responsabilidades y a descargarlas sobre otros. En el caso reciente del estadio Chato Candela, en el “23 de Enero”, estúpidamente intervenido por la Alcaldía a raíz de que los peloteritos aceptaron una donación de equipos deportivos de la embajada de Estados Unidos, Barreto tuvo la ocurrencia de decir que la medida obedeció a la que la señora que dirige las actividades del campito de pelota cobraba a los usuarios y se cogía los reales. La señora casi se lo come vivo y el alcalde debió retractarse.
El caso de Los Magallanes pone de bulto la cruel evidencia de que toda tentativa de establecer un buen sistema de atención médica primaria, la que la propaganda oficial le endosa a Barrio Adentro, se estrella contra una organización hospitalaria pública que no está a la altura de las exigencias que plantea la población que después de recibir los primeros cuidados inevitablemente debe recalar en los centros de atención más especializada. La crisis de la radioterapia, las calamidades que padecen los enfermos renales y de sida, son claro testimonio de la ineficacia de esta administración.
Ala gente le está resultando cada vez más incomprensible que un gobierno que ha recibido ingresos colosales no haya sido capaz de superar esos problemas. Casi siete años de mando, con el sistema de asistencia social peor que antes, hacen que el cuento de la “Cuarta República” sea un verdadero sarcasmo