Patriotas y fariseos, por Teodoro Petkoff
Por ahí anda alguna gente rasgándose las vestiduras por lo del irrespeto de Perú (y de Estados Unidos también, sin duda, a cuyo gobierno, no sabemos por qué, no se le reclama con igual vigor), al actuar aquí soslayando a nuestra policía. El viernes dejamos bien claro que ciertamente se trató de una actuación inaceptable por parte de Perú (y de Estados Unidos también, por favor no se hagan los locos los «defensores» de nuestra soberanía), pero no podemos dejar de señalar que es el colmo del fariseísmo condenar esto sin pasearse por algo que si bien no excusa la actuación del gobierno peruano (y del FBI), al menos la explica. Sin duda que ni el FBI ni la policía peruana tenían derecho a esquivar la comunicación con nuestro gobierno. Menos aún cuando, ya «cazado» el prófugo peruano por la delación de su cómplice en Miami, habría sido bien difícil, para quienes lo protegían, «evaporarlo», como en otras ocasiones, puesto que tanto los gringos como los peruanos estaban al tanto. Pero, si estos pasaron por encima de nuestras autoridades es porque desconfiaban demasiado de ellas. Algo en la actuación anterior de estas debió llevar al FBI y a los peruanos a arriesgar un incidente internacional. De allí que tan condenable es la intromisión de policías extranjeras en nuestro país como la protección que en este se brindaba a un sujeto convicto de crímenes contra la humanidad. Protección respecto de la cual el gobierno no ha podido explicar convincentemente su ambigüedad. A la hora de arroparse con la bandera nacional, no olvidar, por favor, este pequeño detalle. Porque como venezolanos este nos importa tanto como el otro.