Pena de muerte para los golpistas
«En cualquier otro país los golpistas serían castigados con la pena de muerte». Esto fue lo que, en esencia, dijo uno de los vice ministros del Minci, sugiriendo que no sería descabellado plantearse tal castigo para la felonía militar. El exabrupto fue tal que, posteriormente, intentó remendar el capote. Sin embargo, Chacumbele, el jueves pasado, recogió el tema y le dio un espaldarazo al imprudente. Según y que un miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos le habría dicho que en ese país quienes hubieran participado en una tentativa de golpe de Estado habrían sido ejecutados. El tono era de «qué vaina que aquí no podemos hacer lo mismo». Chacumbele, pues, considera el golpismo un delito tan grave, pero tan grave, que, si por él fuera, le aplicaría a los golpistas la pena de muerte. A alguna gente que lo oyó debe haberle pasado por la mente un pensamiento semejante, recordando que el 4 de Febrero de 1992 hubo en este país una tentativa de golpe de Estado fracasada, y que, de haber existido pena de muerte para ese delito, a esos golpistas se les habría podido ejecutar. A veces uno tiene la impresión de que Chacumbele dice las cosas sin pensarlas.
Menos mal, debe haberse dicho para sí mismo alguno de sus conmilitones golpistas sin atreverse a decírselo, desde luego, que aquí no había pena de muerte Menos mal, digo yo, que no estamos en Estados Unidos, uno de los pocos países del mundo donde en muchos de sus estados todavía sobrevive ese anacronismo inhumano que es la pena de muerte sentenciada por el Estado. Venezuela, para su honra, no sólo fue el primer país que abolió la esclavitud sino también estuvo entre los primeros, si es que no fue el primero, que eliminó la pena capital.