Persecución en Pdvsa, por Teodoro Petkoff
Una de las más repugnantes características de los totalitarismos del siglo pasado, de izquierda y de derecha, los comunistas stalinianos y los nazi-fascistas, fue la del control social y político a través del control sobre el empleo. Tanto stalinistas como nazi-fascistas excluían a cualquier trabajador del cual se sospechara la más mínima veleidad disidente.
Ese trabajador estaba condenado al desempleo eterno y sólo podía sobrevivir con la ayuda de aquellos familiares o amigos suficientemente corajudos como para no dejarlo en el desamparo absoluto.
En Venezuela, en las empresas del Estado, en particular en Pdvsa, se aplican procedimientos de persecución y represión política de esta clara filiación staliniana y nazi-fascista, cuyo instrumento, ya se sabe, es la siniestra Lista Tascón, el “tascómetro”, que está vivita y coleando y no “enterrada”, como hipócritamente solicitó Chávez. Esto constituye una forma particularmente perversa y brutal de sometimiento de la voluntad popular a los designios del régimen. Es un mecanismo inhumano de extorsión, de muy particular crueldad porque disimula otras formas de represión más directamente físicas. La víctima no es detenida, no es torturada ni golpeada.
Este método, más sutil, le niega el derecho a trabajar para vivir. Lo golpea en la columna vertebral de la existencia: la dignidad.
En Pdvsa, después del salvaje despido de 20 mil trabajadores a raíz del paro petrolero, se creó un régimen interno de terror que permanece hasta hoy.
Régimen que alcanzó hasta a las empresas transnacionales que operan en el país, a las cuales se les prohibió contratar a ex empleados de Pdvsa. La saña y la crueldad con las cuales fueron tratados éstos constituyen uno de esos episodios que Borges habría incluido en su Historia Universal de la Infamia.
Los recientes episodios de protesta por parte de trabajadores de los taladros, en la Costa Oriental del estado Zulia, tienen su origen precisamente en el desencadenamiento de una nueva oleada represiva, apoyada, como siempre, en el filtro Tascón. Se ha lanzado a la calle a 1.500 trabajadores altamente especializados porque o bien están registrados en la lista maldita o el espionaje interno ha detectado en algunos “debilidades ideológicas”. Denuncian los sindicalistas —unidos en esto los de todas las pintas laborales— que centenares de esos trabajadores han sido sometidos a “entrevistas” en las cuales no sólo se les jorungan sus opiniones sobre el “socialismo del siglo XXI” sino que investigan hasta la conducta política de sus padres y familiares.
Lo más grave es que estos trabajadores, veteranos y especializados, una vez fuera de Pdvsa, lo están de toda la industria. En el petróleo no trabajarán más, es decir que de plano no trabajarán más porque es lo único que saben hacer. No hay más empleador que Pdvsa y, por supuesto, figurar en la lista negra cierra las puertas de todas las empresas petroleras, hoy nacionalizadas.
Estos trabajadores no son víctimas de la declinación de la producción petrolera en Occidente sino de una política canallesca. El derecho al trabajo, que es como decir el derecho a la vida, se les niega porque unos inquisidores “socialistas” los consideran sospechosos.