Comunidad LGBTI es carnada fácil para las redes de tráfico humano (IV)
Para Provea existe una población más vulnerable entre los vulnerables, y entre esos están los integrantes de la comunidad LGBTI, así lo detallan en su informe “Crisis migratoria venezolana y responsabilidad de los estados”.
Este trabajo forma parte de la serie Orgullo 2020 de TalCual
Autores: Orianny Granado | Roison Figuera
Las redes de trata de personas están al acecho, siempre en la búsqueda de los más vulnerables. El lúgubre brazo de esta trama también persigue a quienes ya antes han sido acorralados, señalados y juzgados: entre ellos los integrantes de la comunidad LGBTI, que aún cuando son acechados por grupos silentes que buscan depredarlos y traficarlos para explotarlos sexualmente, celebran el 28 de junio el día del orgullo gay, y durante todo el mes incluso.
Lo que sale a la luz puede ser la punta del iceberg. Con esto coinciden la diputada de la Asamblea Nacional (AN) Tamara Adrián y Quiteria Franco, cofundadora la ONG Unión Afirmativa, que defiende los derechos humanos de las personas LGBTI.
Para la ONG el aniversario 51 de las revueltas de Stonewall en Nueva York, Estados Unidos, de 1969, que marcaron el inicio del movimiento de liberación homosexual y fijaron junio como el Mes del Orgullo Gay, se conmemora en Venezuela bajo un gobierno que no vela por los derechos humanos de las personas LGBTI.
Tamara Adrián señala que la homofobia y la carencia de derechos igualitarios agrava la vulnerabilidad de estos grupos ante la amenaza de redes de trata de personas. «Cuan más invisible sea el tema estas personas corren más riesgos», alerta.
La diputada asegura que en estos temas en ocasiones perjudica la noción de «lo que vende más» en medios de comunicación. Así como también la negativa de familiares de denunciar la desaparición de un pariente LGBTI por vergüenza.
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La parlamentaria señala que personas víctimas de redes dedicadas a la trata de personas no denuncian por temor a ser consideradas como las culpables en lugar de ser ayudadas.
A su juicio, si existieran derechos para las comunidades diverso-sexuales se disminuiría la revictimización por parte de organismo de seguridad. Pero en este país, la homofobia y transfobia institucional dejan impunes los delitos.
Venezuela queda atrás en esta materia. La diputada estima que al menos en las tres cuartas partes de la región las comunidades LGBTI, cuentan con una protección legal igualitaria. Entre los países que se han sumado a esta causa se encuentran México, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Brasil, Uruguay, Argentina e incluso Bolivia.
Recuerda que durante una reunión que sostuvo con organizaciones dedicadas a la protección de personas LGBTI pudo conocer que en el estado de Roraima, Brasil, existe un refugio ocupado 80% por individuos LGBTI, particularmente hombres gays y hombres transgéneros.
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La revictimización
«La trata es un asunto oscuro muy difícil de detectar. Son redes que se protegen y que actúan escondidas. Las características de las personas LGBTI, y sobre todo de personas trans, los hacen más vulnerables a ser victimas de la trata», advierte Quitera Franco.
Agrega que la discriminación hacia estas personas elevan la posibilidad de ser víctimas de trata, especialmente durante la Emergencia Humanitaria Compleja que vive el país, donde la gente está desesperada por migrar. La activista asegura que las ofertas engañosas son las carnadas. Explica que a muchos les ofrecen un trabajo en el exterior, «por la hipersexualización de estas personas el trabajo sexual es lo primero que se les ofrece», pero cuando llegan al destino, son sometidas al encierro y los abusos.
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Advierte que otra de las ofertas son operaciones de bustos, las promesas de gestionar documentos de identidad e incluso precisa que otra forma de captación que ha sido detectada es la del enamoramiento, donde hombres les prometen villas y castillas a las víctimas para sacarlas del país y una vez afuera, el engaño se devela.
Entre 2016 y 2017 las zonas del país donde se evidenció la existencia de redes de trata de personas eran Caracas y el estado Zulia, principalmente. El registro de Franco da cuenta de que estas tramas tenían conexiones con países como España, Holanda y Alemania. Asimismo, sostiene en que con la crecida de la ola migratoria los puntos de mayor riesgos son las zonas fronterizas de los estados Táchira, Zulia, Bolívar, Amazonas y Falcón, desde donde sale y entra la gente de forma irregular.
Al igual que Tamara Adrián, la defensora de los derechos humanos de la población LGBTI, recalca que el miedo a la revictimización por parte de los organismo del Estado incrementa la renuencia de las víctimas denuncias.
«Es de alguna manera similar a lo que les sucede a las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar. Si tú te presentas a una oficina y te encuentras con un personal que duda de ti, que cuestiona la hora y el lugar donde estabas, el cómo estabas vestida y con ellos una actitud que te hace sentir culpable qué ganas le quedan a la gente de poner una denuncia».
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La explotación sexual es una forma de esclavitud moderna relacionada con mafias de trata y tráfico de personas, este delito comenzó a reportarse en mayor medida con la crecida de la ola migratoria de venezolanos. Incluso, para 2019 convirtió a las comunidades indígenas y LGBTI en presa fácil para estas redes, sobre todo porque la carnada era presentada como una oferta laboral de trabajo.
De eso dio fe «Alondra», travesti venezolano que migró a Colombia para mejorar sus condiciones económicas. Detalló que fuera de las fronteras venezolanas nada es lo que parece. Contó a TalCual que en la nación neogranadina se encontró con salones de belleza que sirven de fachada para esconder esclavitud moderna y abusos sexuales. Relató que mucho de ellos tienen tienen cuartos para “complacer” a la clientela.
“Muchos saben a qué van, pero quienes son de su casa y se encuentran con eso no siempre saben qué hacer”, agregó. Alex fue abusado sexualmente. Denunció, pero la querella no trascendió. Estaba ilegal en ese país.
Vulnerables entre los vulnerables
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) reporta que hasta el momento 4,7 millones de venezolanos ha migrado de su país huyendo de la crisis política y de la emergencia humanitaria compleja.
Para Provea existe una población más vulnerable entre los vulnerables, y entre esos están los integrantes de la comunidad LGBTI, así lo detallan en su informe Crisis migratoria venezolana y responsabilidad de los estados.
En el texto, la ONG cita al director de la organización internacional de defensa para los derechos de la comunidad LGBTI Diálogo Diverso, Danilo Manzano, quien sostiene que “personas que viven con VIH que por la falta de medicamentos prácticamente han llegado con sus últimas fuerzas y ya en evidente fase SIDA, tienen temor de acercarse al servicio médico porque en muchos de los casos les niegan el tratamiento al escuchar su acento”.
Manzano advierte que en muchas ocasiones “las personas tratan de esconder su orientación sexual ya que ese dato les pone en mayor riesgo frente a la posibilidad de acceder al tratamiento”.
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Por su parte, Quiteria Franco, de Unión Afirmativo, aclara que el proceso migratorio de estas personas se dio en diversas oleadas, la primera y más significativa fue por lo que ella considera razones de salud.
Es decir, en el primer oleaje de migrantes entre 2013 y 2015, los integrantes de la comunidad LGBT que salieron del país fueron aquellos que eran positivos para VIH, o los transgéneros, quienes vieron afectados por la imposibilidad de cumplir con su tratamiento de hormonas para no retroceder en su cambio de apariencia.
“Incluso esto afectó al activismo LGBTI” y es que el número de organizaciones en el país siempre ha sido reducido, “trabajamos con tres máximo cinco personas, muchas veces sin sueldo y ante estas circunstancias que estamos viviendo en el país esas personas comenzaron a ser parte de la migración forzada”.
Según Franco, el simple hecho de pertenecer a esta comunidad los haces más vulnerables, “sobre todo las que se suman por irse en mecanismos irregulares”, es decir, aquellos que optan por pasos ilegales ante la falta de un pasaporte o de recursos para cubrir estos viajes que en muchos casos son improvisados.
“En esos pasos siempre hay personas listas para aprovecharse de los demás, gente que trafica con personas, vendedores de drogas, gente que busca personas vulnerables para eventualmente ser sometidos a situaciones de esclavitud moderna, ir desde publicidad para sitios pornográficos hasta la prostitución forzada”, reitera.
Para ella ser gay, bisexual, transexual, lesbiana, en Venezuela sigue representando un estigma, del que toda la comunidad LGBTI busca salir.
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