¡Pilas!, por Teodoro Petkoff

Primero, una puntualización. El 18 de junio de 2002 este diario editorializó sugiriendo a la oposición adoptar como estrategia la del referendo revocatorio. Partidarios a fondo de las soluciones democráticas y adversarios radicales de los “atajos” y del fast track golpista, estimábamos que si la oposición establecía ese horizonte temporal para su línea de acción, fortalecería la opción democrática y ensancharía el cauce electoral como solución para la crisis. Se nos respondió con el estúpido argumento de que “el país no aguanta hasta agosto del 2003”, esa irresponsable coartada para las “soluciones” golpistas.
Bueno, ya estamos sólo a cinco meses de la mitad del periodo presidencial y es preciso despejar terminantemente el camino hacia el referendo revocatorio.
De hecho, ahora probablemente va a faltar tiempo y no habría que perderlo. Sin embargo, ha aparecido una nueva coartada: Chávez no se va a contar nunca. Alguna gente repite esto de buena fe, convencida de ello porque atribuye al régimen un irremediable carácter mentiroso. De pasada, es bueno señalar que en el oficialismo hay también sectores que sostienen que a la oposición no se le puede creer nada. Así funciona la polarización: el desconocimiento mutuo y la satanización recíproca son sus rasgos predominantes. Otros usan el argumento como un nuevo disfraz para el golpismo:
puesto que Chávez no se va a contar nunca, entonces no hay más remedio que tumbarlo.
Por supuesto que Chávez no tiene interés en contarse. Ese interés es de la oposición y no puede ser de otra manera. Chávez lo más que puede hacer es tratar de demorar u obstaculizar la celebración de ese evento.
Pero lo que no puede hacer es impedirlo, a menos que de un autogolpe al estilo perezjimenista en 1957. ¿Es esto posible? Aquí sostenemos que no. Ni nacional ni internacionalmente existen condiciones para ese arrebatón. En el supuesto de que se produjera, entraríamos en una fase política completamente distinta, parecida a la que siguió al intento de Pérez Jiménez de desconocer su propia Constitución, en diciembre de 1957. Como se sabe, dos meses después estaba caído. Es una opción constitucional que no puede ser soslayada si el 20% de los electores la solicita.
Tan sencillo como esto.
Lo que está por delante es la necesidad de enfrentar los tricks de que hablara Carter, los trucos para obstaculizar la celebración del revocatorio, que eso sí los va a hacer Chávez. Hay que ponerse las pilas. Es preciso despejar rápidamente la validez o no de las firmas ya recogidas. En la Mesa de Negociación y Acuerdos hay que discutir con el gobierno la petición que hace este cada vez que Rangel aborda el tema, de que Chávez pueda participar en las elecciones posteriores. Aunque constitucionalmente se cae de maduro que ello no es posible, las partes podrían acordar otra cosa, de acuerdo con las circunstancias.
Es asunto que debe decidirse a la luz de la conveniencia política.
En todo caso, recordemos que el tigre come por lo ligero.