Los generales de Alejandro Magno, por Simón Boccanegra
“Les da piquiña que digamos que somos amigos”. La frase es de Diosdado Cabello, codo con codo con Elías Jaua, sonrisas anchas y desafiantes, saliendo del Parlamento, donde horas antes Jaua había declarado que Diosdado era su “nuevo mejor amigo”.
Este minicronista se pregunta a quién o quiénes será que les da “piquiña”, a quién va dirigido ese dardo. A la gente de la oposición no puede ser. Diosdado sabe que a los adversarios del chavismo les sabe a fruta quién es amigo de quién en el campo opuesto.
Pero no hay que elucubrar mucho: los que se están rascando la picazón tienen que ser gente del mismo bando. Adán tiene que ser uno de ellos, puesto que el hermanísimo se atrevió a sugerir la posibilidad de un Páez en el chavismo, ¿y quién si no Diosdado tiene puntos para calzar ese, que es el peor insulto en al lenguaje chavista?
En este mundo chavista se están produciendo los típicos acomodos y reacomodos que se dan en la corte de todos los mandatarios absolutos, cuando no hay sucesor a la vista y del destino del jefe no se sabe nada pero se intuye algo.
Son los generales de Alejandro Magno peleándose por el imperio que aquel construyó. De hecho, si a algo se parece hoy la corte de Chávez es a la de los Borgia.
Los cuchillos centellean ahora que el factor que mantuvo unido a ese grupo heterogéneo y con poco en común, como no sea el afán de poder y de raspar la olla, no las tiene todas consigo.
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