Pluriempleo: ¿la doble vida de los trabajadores?, por David Somoza Mosquera
Twitter: @DavidParedes861
El pluriempleo, que es cuando un trabajador presta sus servicios profesionales a dos o más empresas distintas, ha existido incluso mucho antes de la pandemia del covid-19. De hecho, tener un trabajo paralelo es una característica común del empleo moderno, sobre todo para los trabajadores autónomos. Solo que ahora el trabajo remoto —modalidad que se impuso hace más de dos años debido al coronavirus— ha facilitado más que nunca esta práctica.
La tendencia a aceptar segundos trabajos sin que el empleador principal lo sepa, aprovechando la actividad en remoto, no solo se ha potenciado en esta época sino que ahora también está asociada con dilemas como la productividad, los nuevos modelos de empleo, el tiempo y su control y la nueva relación entre empleado y empleador.
En este caso, los empleados no se limitan a aceptar puestos que puedan requerir un par de días de trabajo al mes. Hacen malabarismos con varios trabajos de tiempo completo y mantienen cada uno de ellos en secreto de sus otros empleadores, llevando varias vidas. Esto les permite, obviamente, incrementar sus ingresos. Sin embargo, el resultado no es siempre el mejor una vez que la empresa los descubre.
Trabajar en distintos empleos de tiempo completo a distancia ha despertado polémica y puede conllevar a algunos riesgos. Ser descubierto podría costarle a una persona todos sus trabajos de tiempo completo y hacer potencialmente que sea más difícil conseguir otro trabajo en el futuro, en parte porque podría estar violando los contratos o los acuerdos de «no competencia» de las empresas.
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De hecho, hay ejemplos de medidas que han tomado algunas empresas cuando descubren la «doble vida» de sus trabajadores. Según el medio Expansión, Wipro, un gigante de los servicios de tecnología de la información con más de 250.000 empleados, despidió el pasado mes de septiembre a 300 profesionales que teletrabajaban y que además mantenían un segundo empleo para compañías de la competencia.
Sin embargo, del lado de los empleados que incurren en esta práctica existe el sentimiento de que, siempre que cumplan las expectativas de los empleadores, no existen motivos para que desconfíen de ellos ni de su trabajo ni rendimiento. Han dicho que lo que están buscando es que ellos y sus familias vivan cómodamente, garantizando ingresos superiores.
También aprovechan el «sobreempleo» —como también se le conoce a esta práctica— como una oportunidad para optimizar sus habilidades, o para explorar otras profesiones; al tiempo que argumentan que la jornada completa está oficialmente muerta y que las empresas pueden aceptarlo y darles libertad.
Pero no resulta tan sencillo como lo hacen ver los empleados. Las compañías tienen sus códigos y si está convenida la exclusividad con sus trabajadores es algo que no debería irrespetarse.
Por ahora, lo que sí está claro es que se podrían considerar a los trabajadores sobreempleados como una temprana advertencia de que el mundo laboral está cada vez más fracturado y que es posible que el trabajo de tiempo completo, tal y como lo conocemos, esté desapareciendo.
Esto obliga a las empresas a analizar profundamente el panorama laboral y trazar estrategias que les permitan hacer frente a una práctica cada vez más arraigada y que podría no resultarles del todo beneficiosa desde el punto de vista de privacidad y de productividad.
David Somoza es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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