Poniendo la cómica, por Teodoro Petkoff
El domingo Chacumbele se quejó de que ni «los medios» ni «la oposición», así, en general, le habían parado bola a la denuncia sobre golpe y magnicidio. Todos sus cagatintas y cagavideos, tanto los oficiales como los oficiosos, repitieron la conseja, así como la moraleja que acuñó el Gran Capo: «quien calla otorga». Es decir, todo el que no se refirió a la noticia, o la ridiculizó, sería un golpista. Esta es la última. Chacumbele (así como sus cagatintas y cagavideos oficiosos y noticiosos), que sólo habla de la oposición para agredirla e insultarla, ahora pretende que los partidos democráticos sirvan de caja de resonancia a sus payaserías y truculencias.
En primer lugar, la noticia fue tan vaga como las dos docenas anteriores, con las que nos vienen bombardeando desde hace diez años, y, encima, transmitida por la cloaca que modera Mario Silva, a la cual tal vez sólo Eleazar Díaz Rangel y José Vicente Rangel pueden atribuirle credibilidad. De paso, la utilización que hace el gobierno de ese albañal constituye de por sí toda una definición ética. Por lo demás, cuando los medios fueron a la Corte Marcial, para cubrir la presentación de los presuntos golpistas, sólo se permitió la entrada del canal 8. ¿Cómo se puede informar así? Sólo ayer se divulgaron oficialmente los nombres de los detenidos, sin ningún otro detalle. Finalmente, Chacumbele se autotubeó con la expulsión del embajador yanqui.
Eso, sin duda, era mucho más noticia que la del enésimo «magnicidio». Algunos cagatintas y cagavideos oficiosos insisten en la cantinela de que «la oposición democrática no termina de marcar distancia».
Falso y, además, chantajista. Quien no marca distancia es Chacumbele. Siempre fiel al consejo de Joseph Goebbels, de meter a todos los opositores en un mismo saco, Chacumbele jamás establece diferencias entre sus adversarios. Para el dueño del circo, todo aquel que lo adversa es un «enemigo», un «golpista» y «magnicida» en potencia. Esa técnica fascistoide se hace hoy más desesperada porque la oposición democrática ni muerde los destartalados peines de Chacumbele ni se aparta de su objetivo electoral. Eso es lo que tiene completamente desquiciado a Chacumbele.
Ahora bien, si aplicáramos el mismo criterio chacumbeliano al manejo que los medios oficiales han dado al juicio de la maleta en Miami, que ha sido el de silenciarlo completamente, habría que concluir que, en este caso, quien calla, efectivamente, otorga y que ese silencio es autoacusatorio. Su única respuesta ha sido el disco rayado del «juicio amañado por razones políticas» y otras bolserías semejantes, pero sin explicarnos jamás lo de los dolaritos de Pdvsa para Cristina.