Por aquí se va el país, por Teodoro Petkoff
El hombre está inconforme con su gobierno. Lo dijo ayer domingo. Figúrese, entonces, el susodicho, cómo estaremos el resto de los habitantes de este país. Le sobran razones para estarlo. Son ya casi siete años de mando y no hay mucho que exhibir. De hecho, la niña de sus ojos, que son los “núcleos endógenos”, no van más allá del de Gramovén. Allí es donde llevan a los visitantes extranjeros, metiéndoles la coba de que el país está cundido de otros iguales. El interesante logro de organización popular (cooperativas, comités de tierras urbanas y rurales, mesas de agua, etc.) es, sin embargo, el que más de cerca resiente la ineficacia y la corrupción de la administración pública. Es de esos estratos populares de donde está surgiendo la protesta del soberano porque es a esos niveles donde la gente tropieza tanto con la pretensión controladora de los burócratas del MVR, que no admiten la autonomía de las organizaciones populares y aspiran a hacerlas meras extensiones del partido, y con la incapacidad y la corrupción de la burocracia del gobierno. Más de una humilde cooperativa ha chocado, al tramitar un crédito, con el vivián que pregunta cómo va él ahí. El punto es, sin embargo, que la protesta y el reclamo no tienen consecuencias. Por eso la gente se va a Miraflores, con la ingenua creencia de que si el Presidente se entera todo se resolverá. Pero, el Presidente se entera y nada se resuelve.
Y nada se resuelve porque Chávez cree que todo es cuestión de echarle voluntad. Al pobre Julio Montes lo tiene a monte. Sin embargo, ¿qué puede hacer Montes si Chávez está empeñado en hacer viviendas con base en cooperativas populares y en la autoconstrucción? Esto es muy útil en los programas de rehabilitación de los barrios, pero la construcción masiva de viviendas de alta calidad sólo es posible con base en la tecnología de avanzada, que está localizada en la industria de la construcción. Aflójele la brida a esta, contrate el Estado con la empresa privada y podrá envanecerse de 200 mil viviendas al año. Pero contrate bien, seleccione con cuidado los funcionarios para aislar a los pillos; además del control social, que es técnicamente precario, búsquese un contralor distinto a Russián, que vele por la pulcritud de la inversión y ya verá los resultados, tanto en términos de número de viviendas como en los de creación de empleo.
El país se está cayendo a pedazos. La incuria, la negligencia, la falta de previsión, conducen a desastres como el de la Autopista Regional del Centro. El catarro siempre agarra sin pañuelo al gobierno. La “contraloría social” advertía, desde hace dos años, que en Paracotos venía algo gordo. Nadie le paró bola. Los gobernantes están muy entretenidos inventando el “socialismo del siglo XXI” y discutiendo ociosidades como la fecha de fundación de Caracas o el nombre de Valencia. Ahí está el resultado. Así es en todo. Contratamos barcos en España o Brasil pero a Dianca o al astillero de Los Taques no se les saca partido. Compramos deuda argentina o ecuatoriana pero “Barrio Adentro” se estrella contra hospitales que dan grima. Chávez está inconforme, pero más inconformes estamos los demás.