Puntada a puntada, una historia: Zenaida Madero Rodríguez, por Rafael A. Sanabria M.

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El aroma de la tela recién cortada y el suave murmullo de la máquina de coser son recuerdos vívidos para Zenaida Madero, quien evoca a su madre, Carmen Lucinda Rodríguez de Madero, cosiendo con destreza, y a su abuela, Avelina González de Rodríguez, que con sus hábiles dedos daba vida a sueños textiles. Zenaida creció en un entorno donde la costura no era solo un oficio, sino un medio de expresión, un lienzo para la creatividad.
Su educación formal llegó en una escuela de corte y confección en El Consejo, Aragua, donde tuvo la suerte de conocer a Milagros Navarro Azuaje. Milagros, con su infinita paciencia y profundo conocimiento del arte, guiaba a sus alumnas, incluida Zenaida, a través de los complejos caminos de la costura. Aprender de Milagros, cuyas manos parecían danzar sobre la tela, era como descubrir la magia que Carmen Lucinda y Avelina ya le habían transmitido a través de sus miradas.
En el taller, Zenaida se adentró en el arte de cortar con precisión, elegir las telas perfectas y coser con maestría. Aprendió a tomar medidas, calcular patrones y crear diseños únicos. Pero la verdadera esencia de la costura, esa que le daba vida a sus sueños, la había heredado de sus antepasadas.
El conocimiento de Milagros le brindó la técnica y la destreza, mientras que la herencia familiar le infundía el alma, el corazón y la magia que transformaba una prenda en algo más que simple ropa.
A medida que Zenaida avanzaba en su aprendizaje, su estilo personal comenzó a florecer. Los diseños de Milagros, junto con las técnicas de Carmen Lucinda y Avelina, se entrelazaban en una creación única, una expresión de su propia personalidad. Su taller se convirtió en un refugio acogedor, donde las telas vibran con la energía de sus creaciones, donde cada puntada es un recuerdo, cada patrón cuenta una historia y cada prenda es una obra de arte. Con el tiempo, Zenaida se da cuenta de que su oficio es mucho más que costura; es un legado que continúa vivo en cada hilo que toca.
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Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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