¿Pura labia?, por Teodoro Petkoff

La minicumbre de Guayana terminó con la consabida Declaración. Los cuatro gobiernos firmantes se comprometen a bastantes cosas importantes e incluso decidieron crear un mecanismo de seguimiento de las resoluciones. Veamos algunas de ellas.
“Los Presidentes manifestaron su voluntad y firme compromiso” para combatir el terrorismo y el narcotráfico. Okey. Colombia es un país especialmente afectado por actos terroristas y por el narcotráfico, cuyos autores están perfectamente identificados. Es de suponer que el gobierno venezolano hará honor al compromiso de colaborar con el gobierno vecino en la lucha contra ambos flagelos, que allá son dos caras de una misma moneda.
“Los Presidentes registraron como hechos históricos y alentadores los esfuerzos realizados en América del Sur hacia la integración y, particularmente, los avances de la CAN y MERCOSUR”. Magnífico. Es de suponer que el gobierno venezolano asumirá la CAN como uno de sus dos grandes escenarios integracionistas y dejará de actuar como una piedra en el zapato de este empeño integrador, del cual se ha venido alejando y tratando de contraponerlo a MERCOSUR, cuando es obvio que se trata de mecanismos complementarios.
Los Presidentes registraron que “la democracia es un postulado político fundamental de nuestros países, que debe tener una expresión verdadera con el desarrollo de las instituciones, el pluralismo y la cohesión social”. Estupendo. Esperamos con ansiedad la prohibición contundente de la lista de Tascón y de toda medida de segregación política contra los adversarios del gobierno. Seguramente que éste reconocerá que “el desarrollo de las instituciones” ha sido muy afectado por la “toma” del TSJ, por la reforma del Código Penal y por la aprobación de una ley que puede ser utilizada contra la libertad de expresión y que, en este sentido, se producirán los correctivos necesarios. Confiamos en que se tomarán medidas para restituir a la Fiscalía, a la Contraloría y a la Defensoría sus roles de instrumentos del Estado, al servicio de los ciudadanos y no de los intereses políticos del gobierno y que se elegirá un CNE equilibrado e imparcial.
La Declaración de Ciudad Guayana es buena y si de verdad se crea el mecanismo de seguimiento de sus resoluciones los signatarios podrán chequear el cumplimiento de éstas por parte de todos y, en particular, en el caso que nos interesa a los venezolanos, el de nuestro gobierno. A lo mejor es una ilusión, pero mantener a éste dentro de la horma de estos dispositivos dialogantes es una política mucho más sensata que la de empeñarse, como los gringos, en aislarlo.