¿Qué está pasando?, por Simón Boccanegra
Algo terrible tiene que estar pasando en nuestra sociedad cuando se producen horrores como el de la Maternidad de Caracas, donde dos parturientas mataron a golpes y con un instrumento punzante a una enfermera, porque esta les había llamado la atención con respecto al modo como manejaban los botones del ascensor que, por cierto, es el único que funciona en la maternidad. Pero el caso no termina aquí.
La agredida pasó ocho días en terapia intensiva y el personal de la institución se queja de que la infortunada enfermera no recibió la atención médica adecuada. No se trata de un caso aislado y de allí el calificativo con el cual este escribidor abre su nota.
Porque prácticamente en todos los hospitales de Caracas ocurren diariamente agresiones; endógenas y exógenas, digamos así: entre gente del mismo personal o de personas de afuera. La presencia abierta e impune de malandros armados, que amenazan de muerte a los médicos si fallece el compañero de ellos que es atendido, es una peripecia que muchos médicos de los hospitales públicos han vivido ya. Todos estos son signos de una enorme descomposición social, que ha hecho de la violencia su muy particular modo de acción.
Cuando esta llega a los hospitales públicos, hasta hace poco respetados porque se supone que atienden esencialmente a la gente más humilde y de menos recursos, provoca decir que ya llegamos al llegadero, pero no es cierto: el llegadero es como el horizonte: nunca se alcanza, siempre avanza cuando se marcha hacia él.
En otras palabras, este cuadro tiende a empeorar y lamentablemente tanto el lenguaje como el comportamiento del gobierno constituyen un factor del desarrollo de la conducta malandra y de este trastocamiento de los usos y costumbres de la vida civilizada.