¿Qué implicaciones tiene atar los precios regulados al dólar oficial?
Expertos explican que uno de los riesgos que se pueden correr en el mediano plazo al atar los precios regulados al tipo de cambio del BCV es que el monto quede rezagado respecto a la tasa paralela
En medio de la peor crisis económica que ha atravesado Venezuela, Nicolás Maduro decidió retomar la política de control de precios que había desaplicado desde inicios de 2019, pero de una manera muy diferente a las regulaciones anteriores.
Luego de que los precios de los alimentos registraran un aumento acelerado desde que inició la cuarentena el 17 de marzo por el coronavirus, el gobierno dijo que regularía 27 productos esenciales. Son, en efecto, los más demandados por la población, entre ellos harina de maíz precocido, arroz, pasta, carne, queso y huevos.
Sin embargo, esta vez el Ejecutivo no fijó un precio único en bolívares para cada rubro, sino que los reguló en dólares y los ató al tipo de cambio oficial resultante de las operaciones de las mesas de cambio de la banca, que es difundido diariamente por el Banco Central de Venezuela (BCV).
El gobierno ha presentado los cambios de precios como un resultado «del estudio de estructura de costos permanente con el sector productor, distribuidor y comercial de alimentos en el país, para garantizar el abastecimiento del pueblo». No obstante, en la lista publicada el miércoles 13 de mayo por el Ministerio de Comercio Nacional los 27 productos mantuvieron sus valores fijados en dólares y solo cambiaron en bolívares por la variación del tipo de cambio oficial, que subió a 179.041 bolívares.
La pregunta es: ¿Este nuevo experimento del gobierno puede dar resultados diferentes? ¿Funcionará esta vez? La respuesta es simple: no. No importa cómo esté diseñado un control, siempre está destinado al fracaso. Los más de 17 años que tiene el chavismo congelando precios, entre ellos los de las divisas, lo demuestran.
Riesgos
Según el economista Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica, cualquier tipo de control es inviable, sobre todo en una economía hiperinflacionaria tan severa como la que atraviesa Venezuela desde 2017, y que registró en abril un promedio de 80%, según cálculos de la Asamblea Nacional (AN).
«El control no tiene sentido en una economía hiperinflacionaria, donde uno de los mayores temores es no poder garantizar la reposición y tener pérdidas significativas de inventario».
El experto advierte que uno de los riesgos que se pueden correr en el mediano plazo al atar los precios regulados al tipo de cambio del BCV es que ésta tasa se rezague con respecto a la tasa paralela. «Es un riesgo importante porque si eso ocurre, entonces esa referencia no va a ser la adecuada y eso va a significar problemas para las empresas».
De hecho, luego de que el bolívar registrara una histórica caída en pocas semanas frente al dólar, que aumentó de 73.869 a 204.373 (176%) entre el 17 y el 23 de abril, el Banco Central decidió reforzar su intervención en el mercado cambiario para tratar de recuperar el valor de la moneda nacional.
Según una nota publicada por Bloomberg, el ente emisor ha enviado 11,3 millones de dólares y dos millones de euros en efectivo para revertir la caída del bolívar en el mercado cambiario luego de que el tipo de cambio llegara a 200.000 bolívares por dólar, que luego bajó 10% a aproximadamente 180.000.
Además, en mayo se esperaba que el ente emisor aprobara una segunda liberación del encaje bancario, luego de haber autorizado el 1° de abril una tímida reducción de 100% a 93%, de acuerdo con el economista César Aristimuño, director general de la firma consultora Aristimuño Herrera & Asociados (AH&A). Sin embargo, esa decisión se postergó por el comportamiento alcista en el mercado cambiario.
Por otro lado, a los empresarios no les conviene usar como referencia un tipo de cambio que se ubica muy por debajo de la tasa en el mercado corporativo de divisas, donde se manejan grandes volúmenes.
Las empresas, sobre todo las que necesitan grandes cantidades de divisas para mantener su operatividad, están comprando dólares a una tasa muy superior que los marcadores, tanto del BCV como del dólar negro Es el llamado mesas corporativas, señala Oliveros.
En estas mesas, el tipo de cambio está muy por encima de los marcadores, incluso puede ser 20% más caro que el precio de la divisa en el mercado oficial o que el del paralelo. Esto sucede, principalmente, porque en la actual crisis que atraviesa la economía venezolana no es sencillo conseguir fondos de magnitud importante.
«No todo el mundo moviliza esas cantidades, y quienes las tienen entonces cobran una prima, un porcentaje por encima de las páginas del BCV y del paralelo», añade Oliveros.
Desconfianza
Para Felipe Capozzolo, presidente del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), uno de los problemas del nuevo sistema de control de precios que permite que estos fluctúen, es que, precisamente, está amarrado al tipo de cambio del Banco Central. «Los comerciantes no confían lo suficiente en que realmente esté libre de manipulación».
«En la calle hay un tipo de cambio distinto, que fluctúa de una manera distinta. Al final no se está generando la confianza y el control termina cayendo en el pote común donde caen todos los controles».
«El comerciante, por más que se le quiera vender que es un control que se actualiza diariamente, siempre va a tener la duda, la suspicacia y el temor de que es un instrumento que en determinado momento se puede trancar y obstruir, y puede impedir que ocurra la reposición de inventario. Los controles tienen efectos perniciosos en la población».
Señala que a pesar de que los precios se pueden actualizar cada dos días o todos los días, está la duda de si en el momento en el que los comerciantes van a reponer inventario realmente podrán acceder a la cantidad de divisas que necesitan para ello.
«Esto puede hacer que la gente al final deje de ver los productos en los anaqueles y tenga que ir a verlos en manos de los bachaqueros que no están sujetos a regulación ni a inspección y que, de la manera más inescrupulosa, los venden a los precios que mejor se les ocurre».