Que las mentiras parezcan mentiras, por Teodoro Petkoff
A lo mejor José Vicente tiene razón con eso de que la CIA «sembró» aquí a Montesinos para desestabilizar al Gobierno. Porque, ¿quién puede negar que la CIA es capaz de eso y mucho más? Su siniestra fama no es gratuita. ¿Cuál habría sido su objetivo? Desacreditar al gobierno revolucionario haciéndolo lucir como protector del monstruo. Por tanto, su primer paso, una vez que llegó Monty (como le dicen al Doc en Langley, Virginia) fue lograr que algunos «personajes importantes» se dedicaran a poner en duda su presencia aquí. El objetivo era obvio: como en algún momento se iba a saber que Vladimir sí estaba entre nosotros, la conducta evasiva y confusionista de los «personajes importantes» sembraría dudas sobre el Gobierno. Para eso, dos agentes insospechables, que ocupan ministerios importantes, conocidos por sus acrónimos, JVR y LAD, tendrían a su cargo negar y hacer chistes malos sobre la estadía del tipo entre nosotros. El cometido fue cumplido a la perfección. Medio país cree hoy que si algo demuestra que el gobierno protegía a Montesinos es la conducta de los susodichos agentes. Luego el Superagente 86, Eliécer Otaiza, por instrucciones precisas de «la compañía», debía dar el paso 2: montar una rueda de prensa con un peruano cuyo pasaporte tuviera un nombre parecido al de Monty. La tarea fue cabalmente cumplida y se logró el objetivo: hacer ver que la Disip protegía al prófugo. El paso 3 lo realizó el más inteligente de los agentes que tiene la CIA aquí: Pedro Carreño, quién debía lanzar la especie de que a Montesinos lo habían matado en Lima. Así quedaría claro que alguien, de quien Chávez no sospechaba que pudiera trabajar para «la compañía», lanzó una hipótesis que más adelante serviría para demostrar hasta qué punto el Gobierno quiso desviar la atención y proteger a Monty. Chávez cayó en la trampa y salió de metiche a poner sus manos en la candela por Carreño, con lo cual quedó empatucado también. Todo funcionó a la perfección. El Gobierno vino a darse cuenta de que la CIA lo había montado en la olla cuando ya era tarde y el mal estaba hecho: medio país cree que el Gobierno está enredado con Monty y la otra mitad no lo cree pero no está segura de que no sea así.
La CIA, maquiavélica como siempre, contaba también con la chapucería del Gobierno. Sabía que se iban a enredar y a desmentir entre sí, para aumentar las sospechas. El agente JVR «corrige» al agente LAD: «No sea bruto, ¿cómo se le ocurre decir que Monty entró por la rampa presidencial?» Todo fue un lapsus brutis. Chávez ya había dicho que quien «sembró» aquí a Montesinos fue Carlos Andrés. José Vicente lo corrige: CAP ya es demasiado escuálido, ese cuento no es creíble, en cambio acusar a la CIA nunca deja nada mal a nadie. Por favor, caballeros, que las mentiras parezcan mentiras, como piden Chavela Vargas y Joaquín Sabina en una de sus canciones