¿Qué quiere la gente?, por Griselda Reyes

Twitter: @griseldareyesq
A diario converso con representantes de diversos sectores de la sociedad civil, con los ciudadanos llamados a marcar la diferencia. Cada vez es más unánime la necesidad de solventar todas las diferencias que tenemos como venezolanos a través del voto. La gente en la calle está convencida de que ni marines ni invasiones vendrán a salvarnos.
También hay claridad en la ciudadanía acerca de la necesidad de exigir condiciones para quienes siguen –de lado y lado– intentando implosionar las vías pacíficas y democráticas. En una reciente jornada de trabajo con importantes activistas sociales de nuestro municipio Baruta surgieron dos graves preocupaciones que debemos atajar cuanto antes: condiciones electorales y apatía.
Las condiciones no dependen de nosotros, aunque su consecución sí depende de la presión que como un todo podamos ejercer para lograr aquellas que son fundamentales. Todas son importantes, mas sabemos con quién se está negociando y el talante poco democrático que los caracteriza.
Pero los baruteños siguen manifestando una profunda preocupación y rechazo por el matraqueo político de sectores más radicales de gobierno y oposición, justo en medio de un proceso de negociación de condiciones.
Este es una alerta a considerar, especialmente por aquellos dirigentes políticos que creen que los venezolanos no se enteran o no ven más allá de lo que quieren comunicar a través de redes sociales y medios de comunicación. Esa falta de coherencia entre el verbo y el accionar, entre lo que se dice y lo que se hace, se percibe a simple vista.
Sobre la apatía es vital que nos activemos y persuadamos a la gente acerca de la necesidad de no renunciar a los derechos electorales, aclarándoles que no hay trampa que frene avalanchas de votos en todos los rincones del país.
Para la fecha en que redacto este artículo, en el país se han sucedido una serie de acontecimientos sociales y políticos bastante perturbadores que están siendo aprovechados por quienes a diario refuerzan la tesis de que no vale la pena seguirle el juego al gobierno y, por ende, alientan a no participar en las elecciones regionales del 21 de noviembre.
¡No pisemos el peine! A eso apuesta precisamente este gobierno que a diario nos demuestra su absoluta incapacidad y, peor aún, su nula disposición a resolver los problemas de Venezuela.
Analistas políticos, especializados, lo han dicho en reiteradas oportunidades. Y con ellos coincido plenamente: El proceso electoral del 21 de noviembre debe ser visto y entendido como una oportunidad de oro para pasar factura a todos los actores políticos que han defraudado el voto popular, con pobres gestiones que han hundido en la miseria más desgarradora a municipios y estados del país.
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El propio chavismo no la tiene fácil. Todas sus costuras se han visto en el más reciente proceso de preselección de candidatos a gobernadores y alcaldes. El descontento también está en sus bases y la dirigencia del partido de gobierno, como es su costumbre, «se hace el musiú» y terminará imponiendo a las figuras que el dedo mayor designe, obviando los resultados de sus «primarias» que celebrarán el 8 de agosto.
El otro gran clamor popular con el que me he topado en mis reuniones con los distintos sectores de Baruta, y que está estrechamente ligado al reproche de gestiones de gobierno irrelevantes, se trata de la necesidad de apostar a los auténticos liderazgos regionales y locales.
Los venezolanos no quieren, y así lo repitieron una y otra vez nuestros vecinos, las mismas caras de siempre que no han podido siquiera defender municipios y estados icónicos de la oposición venezolana y que, por el contrario, han enlodado sus nombres con señalamientos de hechos de corrupción y por la desidia en su accionar.
Venezuela quiere gente nueva con planes serios que permitan conservar los espacios que tenemos, pero también sumar muchos otros que puedan convertirse en nuevos espacios de lucha para la reconstrucción del país.
Muchos, entre los cuales me incluyo, nos aferramos a esta necesidad y estamos construyendo una propuesta que permita aglutinar una opción real para derrotar a la administración de Nicolás Maduro desde abajo, desde los espacios políticos más cercanos al ciudadano: alcaldía y concejos municipales, gobernaciones y consejos legislativos.
Para ello, y aunque parezca una queja vacía, necesitamos las condiciones que nos permitan dar la pelea y reconquistar espacios desde los cuales podamos iniciar la reconstrucción de la democracia venezolana, proceso que debe incluir la alternancia política.
Corresponde al máximo organismo comicial acelerar lo correspondiente a las solicitudes hechas por muchas organizaciones con fines políticos –de derecha, de centro o de izquierda– que desean normalizar su situación y participar activamente. No se puede cerrar las puertas a quienes no sintiéndose identificados con partidos tradicionales desean participar y medirse en buena lid en las regionales de noviembre.
Los rectores son funcionarios que, en teoría, trabajan con autonomía, pero también son ciudadanos venezolanos que deben estar dando lectura adecuada al clamor nacional.
Faltan poco más de cuatro meses para las elecciones regionales y la inercia no puede ganarnos la carrera, especialmente del lado de quienes nos oponemos a este régimen destructor. Como ciudadanos, todos tenemos en nuestras manos la posibilidad de empezar a cambiar desde abajo la realidad de esta tierra de gracia.
Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.
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