¿Quién traiciona a Pdvsa?, por Teodoro Petkoff
¿Qué se esconde detrás de toda esta rimbombancia supuestamente nacionalista del ministro Rafael Ramírez? ¿Qué se quiere entaparar con esa retórica? Llama poderosamente la atención que al mismo tiempo que se acusa de “traición a la patria” a la llamada “vieja Pdvsa” (que obviamente incluye a la Pdvsa de Mandini, Ciavaldini y Lameda), en la “nueva” Pdvsa prosperan planes que sin duda pueden provocar un colapso de la industria petrolera nacional.
No puede ser coincidencia que simultáneamente se trabaje en la venta de Citgo, en la liquidación de la producción de orimulsión y en el cuestionamiento feroz de la apertura petrolera. Son tres áreas de negocios de Pdvsa que de tener éxito la estrategia que apunta a su destrucción afectaría gravemente a nuestra capacidad productiva y a nuestra presencia en el mercado mundial. No puede ser coincidencia que se quiera prescindir de una empresa como Citgo, que vista desde el horizonte temporal propio de la industria petrolera, que es de décadas, asegura una participación significativa en el principal mercado petrolero mundial, que es el de Estados Unidos. No puede ser coincidencia que se quiera liquidar la producción de orimulsión, un producto de creciente demanda, y de alta rentabilidad. No puede ser coincidencia el cuestionamiento a la apertura petrolera, cuyas empresas producen hoy más de un millón de barriles diarios, casi la mitad del crudo que exporta el país.
¿A quién beneficiaría el colapso o la reducción significativa de nuestra producción petrolera? Sin duda que a todos los demás miembros del reducido club de países productores de petróleo. Todo espacio de mercado que abandone o pierda Venezuela será rápidamente ocupado por otros productores. Los países árabes, con quienes compartimos la OPEP, no vacilarían, sin embargo, en llenar cualquier hueco que Venezuela abra.
Tampoco Rusia o México. A PEMEX no le caería nada mal un pedazo del mercado yanqui que hoy es de Venezuela. Tampoco, por ejemplo, a Saudi Arabia. Es una simple cuestión de competencia por el mercado.
En los altos mandos de la “nueva” Pdvsa hay alguna gente que ha teorizado abundantemente sobre estos asuntos. Juan Carlos Boué, mexicano, anteriormente alto jefe de PEMEX y hoy con elevadas responsabilidades en Pdvsa, y Bernard Mommer, hoy viceministro de Energía y Petróleo, después de varios años de pasantía por el instituto de petróleo de Oxford, financiado éste por varios países árabes productores de crudo, han escrito mucho estos temas, proporcionando los argumentos teóricos para desprendernos de ese “mal negocio” que sería Citgo y para cerrar las plantas de orimulsión.
No obstante, al mismo tiempo que se avanza en la destrucción de los negocios de Pdvsa con argumentos falsamente nacionalistas, el gobierno promulgó la Ley de Gas, que entrega el 100% de la explotación de hidrocarburos gaseosos a las transnacionales, con base en la cual éstas se asentaron en la plataforma deltana. Mientras se elevan los decibeles del discurso patriotero, se regresa a la política de concesiones en aguas del Golfo de Venezuela. Unas treinta transnacionales se están disputando este espacio.
¿Son estas contradictorias conductas y los turbios negociados que están detrás de ellas las que el ministro Ramírez quiere mistificar con la altisonancia hueca de su discurso de ayer?