Rafael Ramírez preocupado y triste
Triste y preocupado. Así está Rafael Ramírez, el hoy embajador de Venezuela en la ONU y quien por varios años fuera presidente de Pdvsa, ministro de Energía y una de las voces cantantes en el coro que dirigía el difunto “eterno”. Su tristeza y preocupación vienen de la emigración de cientos de miles de venezolanos que no ven futuro en su país. Lo dice así, aunque después trata de matizar sus palabras. La creación del hombre nuevo, la construcción del socialismo no inspira a los jóvenes venezolanos. Algo falla, nos dice Ramírez.
Y vaya que falla. La mayoría de los jóvenes, y los demás también, están cada vez más convencidos de que Venezuela no tiene futuro si sigue en las manos de Ramírez y compañía. En el escrito del exministro hay muy poca autocrítica. Asoma algo así como que no hay nada que entusiasme a los venezolanos a comprometerse con el país, algo como lo que asegura ocurrió después del paro petrolero de 2002 y 2003, y que hizo que miles de personas se incorporaran a “salvar” a Pdvsa, luego de que los rojos rojitos botaran a los que ejercieron su derecho a huelga.
Trata de suavizar su crítica, señalando que el venezolano siempre ha emigrado, lo cual es falso, que este tipo de movilizaciones ocurren en todas partes del planeta y se alegra, es un decir, porque la mayoría de los que se va lo hace hacia países latinoamericanos. Pobre consuelo. No hay en sus palabras una autocrítica real, sincera, concreta. Ni siquiera se hace responsable de algo, él que fuera uno de los principales integrantes del gobierno del prócer de Sabaneta, principal responsable del desmadre que vive el país.
Hay en el texto una crítica velada a Nicolás Maduro, al hecho de que el heredero no haya logrado entusiasmar a los venezolanos como lo hizo su “padre”. Dice que se acabó la motivación, pero no agrega que eso ocurrió por la brutal corrupción de los rojo rojitos, por la inseguridad que campea en las calles del país, por una inflación galopante, por una escasez muy socialista, por unos servicios públicos que no le sirven a nadie, por una falta cada vez mayor de libertades y derechos civiles.
Ramírez no apunta a las verdaderas causas de la falta de motivación y lo que hace es proponer que se persista en el error. En las causas que han hecho que unos dos millones de compatriotas -según cálculos del sociólogo Tomás Páez- hayan preferido irse para poder mejorar su calidad de vida, para poder vivir.
El artículo, por cierto, fue publicado ayer domingo 8 de octubre en aporrea.org y hoy lo habían enviado al “desván”. Tal vez a alguien le pareció desmedida la crítica de Ramírez o éste se arrepintió de lo que escribió. El texto lo tituló “No te vayas”, pero la verdad es que hace falta que los Ramírez y compañía se vayan para que los que emigraron puedan pensar en volver.
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