Recadivi, por Teodoro Petkoff

La parte oculta del paquetico incluye la devaluación encubierta o solapada que consiste en trasladar bienes y servicios importados del dólar a 2,15 (Cadivi) al mercado paralelo, también llamado de permuta, donde el verde del norte tiene un precio que supera en casi tres veces al del controlado. Esto, por supuesto, empuja hacia arriba los precios, incrementando la velocidad con la que suben, ya que el dólar permuta es el que sirve como precio marcador para el conjunto de la economía. Pero, este no es el tema de nuestro editorial, sino el de la corrupción que inevitablemente acompaña al control de cambios –y más aún en un régimen estructuralmente corrupto como el de Chacumbele, en el cual el robo de los dineros públicos ha alcanzado alturas siderales, nunca antes vistas en este país, donde la corrupción ha sido endémica.
En Cadivi, hasta este momento, están represados un poco más de 5 mil millones de dólares, otorgados pero no liquidados. Esto obliga a los receptores de esos dólares a dirigirse al mercado paralelo, pero algunos de ellos, tal como nos lo hizo saber un importador grande, prefieren pagar una «comisioncita» de 0,35 centavos por dólar, es decir, 350 bolívares de los de antes, porque esto les resulta más barato que pagar financiamiento en el exterior para poder sacar las mercancías de los puertos. De modo que el dólar de 2,15 no existe. El verdadero es de 2,50.
Pero el importador que, apremiado por el tiempo, apela al mercado permuta, paga, como ya ha sido dicho, hasta casi tres veces más por el verdín del norte. Ahora bien, ¿quién alimenta el mercado permuta? ¿De dónde salen esos dólares? Pues, nada menos que de Pdvsa. La petrolera, a través de algunas casas de bolsa cómplices, mete semanalmente entre 200 y 250 millones de dólares en ese mercado «ilegal» y se gana la diferencia entre el precio controlado y el paralelo. Más aún, Ramírez and Company se dan el lujo de jugar con los altibajos del mercado.
Bajan el precio un día, para subirlo al siguiente, dosificando las sumas que comercian, y obteniendo una ganancia adicional, con los diferenciales en la propia permuta y ya no sólo con respecto al dólar Cadivi. Pero el guiso no termina aquí. Los operadores de la petrolera (¿quiénes serán?) cobran 0,20 de comisión por dólar, es decir Bs. 200 de los «débiles».
Con 200 millones de dólares semanales, que son 800 mensuales, Pdvsa ha creado un mercado paralelo de 10.000 millones de dólares anuales, completamente ilegal si nos atenemos a la Ley contra ilícitos cambiarios.
¿No sería más lógico legalizar todo este submundo turbio, creando un mercado dual abierto? Mientras existan controles y mercados diferenciados habrá guisos, pero el atraco no operaría, como ahora, a la sombra del misterio, con operadores encapuchados, y siempre será más fácil reducirlo.
Porque al lado de lo que hoy ocurre Recadi queda como un juego de pico-pico. Por último, una pregunta boba: ¿Chacumbele no sabe nada de esto? ¿O se enterará, como de sus trajes de lujo y sus camionetotas, diez años después?