Reclamo a Luisa Ortega Díaz, por Simón Boccanegra
Luisa Ortega Díaz formó parte de lo que hace años se denominaba la «cantera de Aragua», aquella camada de dirigentes políticos, luchadores sociales y profesionales que contribuyeron a llevar a Carlos Tablante a la gobernación del estado y a hacer del MAS la primera fuerza política aragüeña. Coincidencialmente, todos sus amigos y compañeros de entonces están hoy en la oposición al gobierno. Ella, por el contrario, acompaña a Chacumbele, cosa a la cual tiene perfecto derecho y que este minicronista respeta. Pero para acompañar al gobierno no es necesario torcerle el pescuezo a lo que uno fue. La abogada Luisa Ortega de los tiempos aragüeños habría criticado duramente el pinchaje telefónico y la transmisión de una grabación por el canal televisivo del Estado. Pero la fiscal Luisa Ortega dice que mientras los afectados –para el caso, Miquilena y el director de este diario– no presenten una denuncia formal no puede ordenarse una investigación, porque desconoce ella si las grabaciones se realizaron con el consentimiento de las personas involucradas en la conversación. Luisa, tú sabes muy bien que existe una ley que prohíbe el pinchaje telefónico sin orden judicial, así como sabes que está prohibida la difusión de grabaciones telefónicas realizadas ilegalmente. El canal 8 también incurrió en un delito penado por la ley. Tu deber era, por mera notitia criminis –porque estás obligada a velar por la legalidad de los actos del Gobierno y del Estado–, investigar si se habían cubierto los extremos de la ley para realizar y difundir tal pinchaje. Esto para hablar de lo formal. Ese era tu deber porque podías, digamos que sospechar, la comisión de un delito. Pero, dejémonos de formalismos y tecnicismos que tantas veces obstruyen la administración de justicia. Tú sabes, Luisa, y no te hagas la ingenua, que ese pinchaje se hizo sin consentimiento de Miquilena y Petkoff; tú sabes que se transmitió en franca violación de la ley; tú sabes que quien debe considerar que allí hubo un hecho ilícito eres tú misma y, sin necesidad de que los afectados interpongan denuncia, estabas obligada a actuar para proteger los fueros de la ley. No hagas, Luisa, que tus viejos amigos de la «cantera aragüeña» sientan lástima por ti.