Reconcomio «bolivariano», por Simón Boccanegra
Ayer en la mañana, en la Panamericana, justo donde termina el «Pico y Placa» que baja desde Los Teques, estaba colocado un camioncito de la Alcaldía de Libertador en el canal derecho. No había ninguna razón aparente para que estuviera allí, pero el propósito de congestionar la vía era obvio y lo lograban perfectamente. Ya se sabe que la Panamericana es tan estrecha que si se lanza una pepa de mamón en uno de sus canales, el tráfico inmediatamente se hace mucho más lento. «Pico y Placa» fracasaba, pues. Era lo que se quería hacer ver.
El absoluto infantilismo de esta conducta, además de su inocultable estupidez, es una extensión de la toma violenta de la sede de la Alcaldía Metropolitana en Caracas y del desalojo de la Gobernación del Táchira, amén del despojo de instalaciones deportivas, hospitales, vehículos públicos y del desvalijamiento de las sedes de todas las alcaldías y gobernaciones ganadas por candidatos no oficialistas. Sin hablar de la insólita supresión del cobro del Aseo Urbano en los recibos de la electricidad del Zulia, por parte de la compañía eléctrica, para castigar seguramente a los maracuchos por haber votado por Manuel Rosales. Es infantil y estúpido, ya lo dije, pero también revela una absoluta falta de la mínima gallardía que hace falta para saber perder con dignidad, lo cual arroja mucha luz sobre la naturaleza de fondo de esta payasería «socialista». No hay nada debajo de toda la palabrería «revolucionaria». Puro reconcomio y mediocridad; puro despecho y, sobre todo, un frenético y desesperado aferramiento a las vanidades, la plata y los privilegios del poder.
Pero, disculpen mi francés, hay que ser bien comemierda para no darse cuenta de que todo el que viene en la cola, al ver el camioncito de la Alcaldía de Libertador, inmediatamente desvía sus mentadas de madre de Capriles Radonski hacia Jorge Rodríguez.
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