Reconocer al pueblo, por Rafael A. Sanabria M.
“Pueblo en el sentido que nosotros queremos
en el sentido que deben querer todos
en el sentido de la razón
es la totalidad de los buenos ciudadanos”
Cecilio Acosta
Hay dualismo con la palabra pueblo, porque se puede decir que en una nación hay dos pueblos: el que obedece, que se llama apropiadamente pueblo, y aquel que dirige que es el estrato, la clase o el partido gobernante. Esta discriminación conceptual conlleva lo que vemos actualmente. Observamos al verdadero pueblo obediente, luchando por conseguir los alimentos, haciendo interminables colas para intentar satisfacer las más elementales necesidades y se enfrenta “a otro pueblo” opresor, que le especula, le esclaviza, trata de envilecerle y le impone la fuerza bruta.
Es preciso que no sigamos siendo ilusos, que no nos dejemos endulzar con palabras y engañar como niños. Que sepamos que el verdadero pueblo no es ni diez, ni mil, ni un millón, sino la totalidad de los hombres …pero sólo los buenos ciudadanos.
El verdadero pueblo nunca está dispuesto a buscar ni fomentar trastornos. Quienes los han promovido sediciosamente, con voces alarmantes, doctrinas disolutivas, hechos criminales o con nombres de partido político, han sido en gran parte los trapaceros, ambiciosos, negociantes de empleos, especuladores de desorden, los que infestan los caminos públicos, los que maldicen en las plazas, petulantes de fonda, los políticos de figón. Lo más abominable de la sociedad.
Si no entendemos que pueblo es la totalidad de los buenos ciudadanos, seguiremos sumergidos en un país de anarquía, que condena la sociedad a perpetuos vaivenes de mar borrascoso
El no aplicar el palíndromo reconocer ha sido uno de los grandes problemas de nuestro país. Hay que reconocer al otro, el que está en la acera de enfrente, quien también es pueblo. Mas ha prevalecido la motivación poder y con ella el egoísmo personal. Pregúntate: ¿a cuál pueblo perteneces? A los que imponen su fuerza bruta y poder de envilecimiento para someter, o al de los buenos ciudadanos que promueven la autorrealización, la amistad, seguridad familiar, la libertad, igualdad y la seguridad nacional, en fin, de quienes abren espacios para la esperanza.
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Es cuestión de reflexionar, autoevaluarse y corregir lo que haya que corregir. No podemos seguir utilizando la palabra pueblo como escudo para acribillar al mismo pueblo. Insisto con terquedad pueblo es la totalidad de los buenos ciudadanos y si somos buenos ciudadanos debemos actuar como tal, demostrando nuestras virtudes.
Pueblo es calificativo de honra y prez para los que ocupan la posición de gobernantes y aquellos que son gobernados, porque al fin y al cabo ambos son pueblo
¡Ilustre pueblo de Venezuela! ¡Pueblo de la Independencia y de la gloria! ¡Pueblo del patriotismo y las virtudes civiles! Observa como se te insulta y desapropia. Otros quieren tomar tu nombre para engalanarse con él, para imponer respeto y autoridad con la magia de él, quiere ponerse tus vestidos para emparejarse contigo, y tratarte de igual a igual, para rebajarte a su bajeza, para confundirte en su polvo, para abismarte en su miseria, Tú no eres él, ése que ha querido suplantarte y contrahacerte. Tú eres la reunión de los ciudadanos honrados, de los virtuosos padres de familia, de los pacíficos obreros, de los leales militares. Tú eres quien predica la moral y la afianza, quien es útil y da buen ejemplo, quien no busca guerra ni desorden. Tú eres la reunión de todos los buenos y esta reunión se llama pueblo, lo demás no es pueblo, son asesinos que afilan el puñal, ladrones famosos que acechan por la noche, bandidos armados (oficiales o no) que infestan los caminos, especuladores, ambiciosos, envidiosos que denigran y demagogos que trastornan.
El verdadero pueblo quiere comunicarse, interactuar, decidir en grupo, cuidar el entorno, el sentido comunitario, la gobernabilidad democrática, los derechos humanos, la tolerancia y la educación para la paz. Quiere la convivencia sin agredir. Como dijera Martín Luther King: “O vivimos todos juntos como hermanos o perecemos todos juntos como idiotas”.
En ti lector esta decidir a cuál pueblo quieres pertenecer, al de los buenos ciudadanos o al que oprime a su propio pueblo.
Es fundamental que cada quien asuma su responsabilidad en el accionar individual, que a su vez promueva un impacto en términos de acciones colectivas para el bienestar común del verdadero pueblo, el de la totalidad de los buenos ciudadanos.