Revocatorio SIN trucos, por Teodoro Petkoff
Hoy estamos ya a cinco meses de la mitad del periodo presidencial. A estas alturas del juego y después de todo lo que ha pasado, la oposición tendría que trazar de una vez y sin equívocos la línea de la convocatoria del referéndum revocatorio. Y ponerse inmediatamente a trabajar en eso. Ninguna otra estrategia posee, en este momento, la nitidez, la contundencia y la viabilidad de la del revocatorio.
Para esto no hay nada que negociar: es un derecho claramente establecido en la Constitución. De modo que la oposición haría bien en declarar categóricamente, desde ahora, que su política inmediata es la del revocatorio en los términos que lo establece la Constitución. Cualquier otra cosa, como la enmienda o la Constituyente, en este momento, facilitaría las maniobras obstruccionistas, por lo demás ya avisadas por el gobierno. En cambio, con el revocatorio no hay nada que “interpretar” ni es necesaria ninguna sentencia del TSJ sobre su constitucionalidad.
Sin embargo, aun en este caso, al gobierno no se le ha acabado el arsenal de tricks, aquellos “trucos” a que se refirió Carter. De manera que habría que desmontarlos de una vez y no dejarlos para el último momento.
Establecida la línea de fondo, habría que pedir cuanto antes al TSJ dos definiciones, para que luego no haya tricks. Una es la cuestión de las firmas ya recogidas y su validez. El TSJ dictó una sentencia ambigua en esa materia y si no se aclara habrá dificultades. Hay que exigirle una precisión pronta: ¿son o no son válidas las firmas ya recogidas?
Esto tiene que estar suficientemente claro de una vez, para no andar luego dando carreritas.
Al TSJ hay que exigirle también una rápida decisión sobre el tema suscitado por el gobierno de que el mandatario revocado podría ser candidato nuevamente en la elección a ser convocada treinta días después del referéndum. Ya este insólito planteamiento anuncia la disposición de hacer tricks. De hecho, ya eso es un truco que pone sobre el tapete un debate ocioso y por eso hay que “matarlo” rápido. Al revocar al presidente, se elige poco después, como señala la Constitución, “un nuevo presidente”, (y si es “nuevo” no puede ser el mismo), para completar el período. Sería absurdo que un presidente revocado pudiera siquiera competir en un proceso dirigido, precisamente, a completar el período en cuyo curso fue revocado.
Sólo retorciéndole el pescuezo al Derecho podría el TSJ fallar de manera distinta, pero es necesario que este asunto quede bien claro a tiempo para que luego no se convierta en elemento de perturbación en el periodo post referendario.
La elección del CNE es una piedra de toque. Si se le integra de manera equilibrada, para que sea confiable, este organismo y la FAN, en cuyas manos estará el Plan República, deberán garantizar el estricto cumplimiento de la Constitución y el respeto a la voluntad del soberano.
No hay más tiempo que perder.