Rompegrupo, por Teodoro Petkoff
Dicen informaciones periodísticas que los funcionarios argentinos de protocolo pasaron mucho trabajo ubicando a Ego Chávez en los actos de toma de posesión de Madame K. «Colocá al Presidente de Venezuela en aquella fila». «No, che, ¿no te fijás que detrás le queda el Presidente de Colombia? Y vos sabés que Chávez no le habla». «Bueno, entonces en aquel otro puesto». «No seas boludo, quedaría al lado del Presidente de El Salvador y con ese tampoco se habla». «¿Y allá?». «Mirá que sos gil; allí está el Príncipe de Asturias, que es el hijo del que lo mandó a callar». «Bueno, aquí sí». «Tampoco. Fijáte que está José Miguel Insulza; a ese le dijo `pendejo’».
Las relaciones exteriores de Venezuela constituyen otro ámbito donde la conducta de Chacumbele ha hecho de las suyas. Ahora, en este preciso instante, tiene nuestro país, gracias a Ego Chávez y su incompetente desempeño, líos tanto con Colombia, como con Guyana.
Es decir, por los dos lados. Con Colombia ya se sabe por qué. La gigantesca vanidad de Ego Chávez no soportó que Uribe, en acto soberano –que al principio el propio Ego reconoció– le apagara las luces del show mediático en que había transformado la que debía haber sido una intervención prudente y discreta en la búsqueda de una solución para el caso de los secuestrados por las FARC. No ha dejado de agredir a Uribe ni un solo momento. En Argentina no aprovechó la oportunidad de quedarse callado y se refirió en tono desconsiderado a su homólogo del otro lado, quien, por cierto, mucho más prudente y consciente de los intereses de su país, lo ha dejado hablando solo.
Si bien hasta ahora las relaciones comerciales y de otra índole no se han visto afectadas por el escándalo que tiene armado Ego Chávez, sus últimas declaraciones rompegrupo podrían tener consecuencias muy dañinas, tanto para Colombia como para Venezuela. El comercio bilateral monta a unos más de 5 mil millones de dólares anuales y de al lado viene mucha comida para acá. No le basta a Ego con la escasez que ya ha creado. Necesita incrementarla, destruyendo, para mayor gloria de su vanidad, los canales comerciales existentes.
Por otro lado, lo de Guyana es incalificable. Este país se ha visto obligado a llevar a Naciones Unidas el caso, debido a que nuestra Cancillería no ha tenido la mínima cortesía de contestar la nota de protesta que aquel país envió después de que guardias nacionales nuestros volaron, sin explicación alguna, dos dragas guyanesas en el río Cuyuní. Menos fanfarronería y más dedicación a las cosas de las que realmente tendría que ocuparse un gobernante es lo que le sale a Ego. ¿Lo entenderá alguna vez?