Ruth de Krivoy: Venezuela entró a la pandemia con una economía discapacitada
La Academia Nacional de Ciencias Económicas incorporó como Miembro Honorario a la economista Ruth de Krivoy, quien fuera presidenta del BCV entre los años 1992 y 1994. Acotó durante su discurso que el comportamiento de las instituciones permiten entender por qué algunos países prosperan y otros no
«La respuesta a la covid-19 en Venezuela en 2020 demostró el alto costo de no estar preparados para imprevistos y no tener margen de maniobra. Las medidas adoptadas con la cuarentena estuvieron ancladas en el modo tradicional de accionar las políticas públicas. Se menospreciaron los costos recesivos de la pandemia, el Fisco puso sus intereses en el corto plazo por delante de los del tejido industrial y comercial del país, profundizándose la recesión», así lo señaló la expresidenta del Banco Central de Venezuela (BCV), Ruth de Krivoy durante el acto de su incorporación como Miembro Honorario de la Academia Nacional de Ciencias Económicas (ANCE) el miércoles 10 de marzo.
Recordó que las medidas aplicadas en marzo de 2020, incluyeron transferencias monetarias a la población a través del sistema patria que por su bajo monto de dos a cuatro dólares por bono resultaron simbólicas, se dictaron medidas que vulneraron los derechos de propiedad al tomarse a los hoteles para atender a los contagiados y se suspendió por seis meses el cobro de los alquileres a la vivienda principal y a los locales comerciales; pero que además, se desestimaron los problemas de flujo de caja que enfrentaron los contribuyentes, no se prorrogó la fecha de declaración y pago del Impuesto sobre la Renta ni se flexibilizó la recaudación semanal de impuestos sobre ingresos estimados.
A su juicio, la revisión de la experiencia del 2020 muestra que el país ha perdido, por no tener la institucionalidad ni la credibilidad de las políticas necesarias para manejar esta crisis. Agregó que el 2020 iba a ser un año menos malo, pero la fragilidad para atender la pandemia lo convirtió en un año récord de contracción del Producto Interno Bruto (PIB) de 32% que superó al otro récord del 2019 cuando se contrajo 29%.
«Vivimos en carne propia la debilidad de las instituciones, en esencia los países deben estar preparados para manejar imprevistos, pero Venezuela no fue el caso. La pandemia encontró a Venezuela con una economía discapacitada tras siete años de recesión y tres con hiperinflación, perdimos 63% del PIB entre 2013 y 2019, el PIB per cápita en 2019 había caído a 560 dólares desde 5.500 dólares en 2018. Sufríamos de un proceso de hiperinflación desde 2017 y en paralelo un desordenado proceso de dolarización en la que cada vez el bolívar perdía terreno rápidamente».
Krivoy relató paso a paso, con cifras en mano y difíciles de refutar por las autoridades monetarias y financieras, la forma en que Venezuela llegó a sufrir una de las mayores y más largas hiperinflaciones del mundo, dejando a quienes la escucharon, muy seguros, de quién es el responsable de esta situación: el BCV.
Trajo a colación lo que otros de sus colegas han denunciado: el aumento del financiamiento monetario del Banco Central a las empresas del Estado, especialmente a Pdvsa y que inevitablemente generaría presiones inflacionarias. Indicó que en 2010, el financiamiento en el total del gasto público llegó a ser de 5% y pasó a 65% en 2019, mientras que en 2020 alcanzó la increíble cifra de 91%.
Debido a esta práctica, en 2010 este financiamiento que correspondió al 16% de la base monetaria, en 2016 llegó a la cota de 100%; mientras que en 2018 año en el cual se disparó la hiperinflación equivalía al 3.200% y en 2020 llegó a la asombrosa cifra de 6.455%
Krivoy dibujó cómo la relajación de la política fiscal, el ocultamiento de información financiera y presupuestaria afectaron a la economía venezolana. Tal fue el caso del manejo del endeudamiento interno, el cual en gobiernos anteriores había sido una fuente regular del financiamiento al Fisco, que no implicaba aumentos en los precios de los bienes y servicios.
Señaló -por ejemplo- que en el 2003, la deuda pública interna llegó a cubrir 35% del gasto público, pero luego las emisiones se hicieron muy aleatorias. Luego de caer a 2% en 2008, volvió a subir por un período de cinco años para nuevamente ir en retirada hasta llegar a cero en 2017. Mientras que promedió 9% entre 2018 y 2019, llegó a cero en 2020 una vez más.
«En el ínterin fueron desapareciendo las reglas presupuestarias, atrás quedó la práctica de aprobar los créditos adicionales al presupuesto, dejaron de ser publicados en la gaceta oficial y terminaron siendo totalmente irrelevantes. No hay estadísticas fiscales desde 2009 y llegaron a funcionar cuatro presupuestos paralelos: el de la ley de presupuesto, el de los gastos ordenados a Pdvsa para financiar las misiones, los recursos asignados a Fonden y la canalización de los fondos provenientes del endeudamiento con China a través del Bandes, que por cierto fueron de 45 millardos de dólares entre 2007 y el 2015. Así que cualquier debate en torno al déficit fiscal en Venezuela raya en la ciencia ficción», dijo.
Retomar la institucionalidad
Otro tema que preocupa a Krivoy es que no hay reservas internacionales para sustentar los compromisos del BCV. Explicó que los activos externos son la forma de calificar a un país para conocer su capacidad para enfrentar una crisis y sustentar las actuaciones de su banco central. En la actualidad, los recursos en divisas del ente emisor son de 6.252 millones de dólares, luego de haber ostentado años atrás un máximo de $42.000 millones.
Es por ello que al mencionar cómo el resto de las naciones enfrentaron la pandemia, explicó que todo dependió del grado de institucionalidad que existía en cada uno de ellos y que en Venezuela adolece debido a la falta de autonomía del BCV, entre otras.
«La pandemia puso a prueba la capacidad de respuesta de los gobiernos para minimizar los daños al tejido social y la calidad de vida de la población. Se magnificaron las inequidades sociales, la discriminación racial, el rechazo a los migrantes, el impacto seriamente negativo en el empleo de las mujeres, las debilidades de las democracias, las emergencias humanitarias, el deterioro de la educación y los sistemas de salud no estaban preparados», destacó la economista.
En su discurso señaló varias consideraciones sobre lo que significó para el mundo la pandemia por el coronavirus, la forma en que los gobiernos atacaron la emergencia y su impacto en la economía, en el cual -dijo- se generó un shock de oferta y un shock en la demanda, que «generó severas tensiones y exacerbó muchas de las crisis que afectan a la humanidad».
En el plano económico, Krivoy resaltó que los países utilizaron todos los recursos a su disposición, muchos de ellos para mitigar el impacto en sus economías facilitaron la liquidez necesaria para apoyar el consumo y mantener a las economías funcionando, a través del financiamiento crediticio.
«A estas alturas está claro que la fortaleza de las instituciones fiscales y monetarias sustentan la capacidad de respuesta de los países ante la crisis económica provocada por la pandemia. Las instituciones son las reglas de juego que define el espacio para la interacción humana y estructura los incentivos políticos, sociales y económicos que guían el comportamiento de las personas y, su efectividad dependen del costo de violar las normas y de la severidad del castigo. Las instituciones permiten entender por qué algunos países prosperan y otros no».
Recordó que se han identificado cinco grupo de instituciones que juegan un papel fundamental para el desarrollo económico: los derechos de propiedad, las regulaciones o marco regulatorio, la estabilidad macroeconómica, la seguridad social y la resolución de conflictos.
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Sobre las capacidades de responder ante la pandemia, hay dos grupos que resultan claves: las que determina la política fiscal (marco legal y regulatorio, presupuesto de ingresos y gastos del sector público, endeudamiento público, una autoridad central para la toma de decisiones) y las que determina la política monetaria (bancos centrales). Reiteró que los bancos centrales tienen la responsabilidad de mantener la estabilidad del valor de la moneda, en algunos países apoyar el pleno empleo, pero en todas las economías el asegurar el buen funcionamiento de los sistemas de pago.
Para ello -dijo- es importante controlar la oferta monetaria, es decir, el dinero en poder del público a través de varios instrumentos como las tasas de interés; además de servir como prestamista de última instancia para apoyar la estabilidad del sistema financiero, gestionar las reservas internacionales del país, supervisar al sistema bancario y ser la fuente más importante de información pública sobre la economía. «Tiene importancia también los mecanismos de coordinación de interinstitucional para articular las políticas fiscal, monetaria y cambiaria».
Indicó que los procesos inflacionarios en el mundo se mantuvieron estables a pesar de la inyección masiva de dinero que ejecutó para sortear la emergencia por la pandemia, «y esto se debe a la independencia de los bancos centrales y la credibilidad de sus políticas».
Culminó señalando que el reto para el país es restituir las instituciones básicas para su desarrollo, atender la emergencia humanitaria compleja dándole el sentido de urgencia que merece, reconstruir la industria petrolera a sabiendas de que ya Venezuela no será un país petrolero sino un país con petróleo, invertir en salud y educación, aplicar la materia gris a las materias primas, repensar al Estado para contribuir la expansión de inversiones de calidad que aumenten el potencial, eleve la demanda y mitigue el riesgo climático en un mundo cada más consciente de los problemas ambientales. «Venezuela lo merece», afirmó.
Ruth de Krivoy estudió Economía en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y fue la primera mujer en graduarse Summa Cumlaude en el año 1964. Renunció a la presidencia del BCV por no estar de acuerdo con algunas políticas que intentaron aplicarse, al señalar que eliminaba la independencia y autonomía de acción al ente emisor. «Cuando un funcionario público no está de acuerdo con lo que el gobierno decide hacer, lo que toca es renunciar para que el Presidente de la República y su equipo hagan lo que les parezca», dijo en una oportunidad.
Con su incorporación como Miembro Honorario se une a las cuatro mujeres venezolanas que son miembros activos en la Academia: Pola Ortiz, Lourdes Urdaneta, Haydee Castillo y Sary Levy, quien ocupa la presidencia de la ANCE.