Salaam Aleikum: La paz sea contigo, Hugo
Este país está tan hambriento de sosiego, tan deseoso de tranquilidad para que cada quien pueda ocuparse de lo suyo, que han bastado apenas unas declaraciones conciliatorias de Luis Miquilena para que se haya creado una atmósfera un tanto extraña (ojalá no sea engañosa), que ha facilitado encuentros que parecían impensables dos semanas atrás. En el mundo sindical, finalmente la Fuerza Bolivariana de Trabajadores (FBT) se ha sentado con los demás sectores, rompiendo el impasse, y abriendo así la posibilidad de una evolución en la cual todos los grupos interesados puedan, en conjunto, avanzar en el camino de la renovación y eventual unificación de las organizaciones laborales. El convulsionado ámbito educativo ha vivido dos momentos interesantes. Uno, cuando el presidente de la Asamblea Nacional, Willian Lara, se sentó a conversar con la gente de la Asamblea Nacional de Educación y otras organizaciones civiles; otro, cuando inmediatamente después, el ministro de Educación hizo lo propio con los mismos sectores.
No se trata de imaginar que estos encuentros, por sí mismos, implican la desaparición de las divergencias existentes, ni que la persistencia de estas indique que el diálogo es inútil. Puntos de vista distintos, contradicciones sociales y políticas, divergencias de mayor o menor envergadura son inmanentes a cualquier sociedad. Lo característico de una sociedad democrática es que sepa crear los espacios para el procesamiento civilizado de las diferencias. En este momento son los problemas sindicales y los educacionales los que concentran las mayores tensiones. Que en ambos campos se estén creando los escenarios para el debate no puede ser sino conveniente para el país. Por cierto que las posibilidades de alcanzar acuerdos no son desdeñables. En el mundo sindical, como decía con mucha gracia un sindicalista de la CTV, todos los que se sientan en la mesa de discusiones hicieron el mismo curso básico. Al frente de la CTV están quienes durante años, como minorías, bregaron por la renovación de ella y los demás contertulios participan de la misma historia. En el caso de la educación, a pesar de las divergencias, el propio ministro admitió ayer que existe una vasta zona de coincidencias entre el proyecto de la Asamblea Nacional de Educación y el Proyecto Educativo Nacional oficial. De modo que existen condiciones objetivas para que los diálogos no terminen en el acuerdo de que no hay acuerdo, sino para que se pueda ir un poco más allá.
Curiosamente, se ha creado una gran expectativa en relación con la tónica con que pudiera regresar el presidente. Quisiéramos pensar que estamos ante un viraje, ante una rectificación, a la cual no es ajeno. Lo contrario sería una demostración de incoherencia verdaderamente desastrosa. De manera que por enésima vez le echamos una picadita de ojo a la esperanza