Se necesita la asignatura de Historia Local, por Rafael Antonio Sanabria Martínez
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En días se llevará a cabo en el estado La Guaira, el XVI Congreso Nacional e Internacional de Historia. Es momento preciso para solicitar la inclusión de la asignatura Historia Local en el pénsum académico, desde educación inicial hasta educación superior. Aunque sí se han hecho cambios en el aparte académico, aún sigue tímida la historia local. Hay que imprimirle fuerza a la propuesta para que se convierta en una cátedra, más cercana al espacio afectivo del educando, aquel donde nace y crece.
El propósito es despertar en nuestros jóvenes la apropiación de su entorno inmediato, es una iniciativa para abrir brecha y resaltar la vida íntima de pueblos y aldeas. Hay que destacar esa historia matria que no aparece en la historiografía nacional, que se escribe a diario en calles, casas, comunidades, en el diario vivir de la gente.
Se hace urgente implementar una cátedra de historia local para despertar en los pueblos el interés por su idiosincrasia, el pundonor y el sentido de pertenencia hacía su lar nativo. Urge romper con los viejos esquemas de hacer historia, donde solo se le da importancia a la historia nacional dejando en el anonimato la historia que se cultiva en los pueblos, donde hay personajes, hechos y acontecimientos que de alguna manera han incidido en la historia nacional y permanecen cubiertos de polvo, que son considerados por los académicos de la historia como memoria menuda, ligera o simple tradición oral.
Con la enseñanza de la historia local en nuestra aulas estaríamos imprimiéndole fuerza a la construcción de una sociedad justa, que busca intrínsecamente renovar y superar el pensamiento político colonialista heredado del imperio español y dependiente de los laboratorios académicos, militar, mediático, político y económico internacionales, impuesto por el imperio anglo-norteamericano.
El tema de la descolonización está aún vigente. Porque -habría que preguntarse- ¿de verdad estamos descolonizados? ¿Se habrá erradicado de nuestro país el colonialismo? ¿O estamos en presencia de un neocolonialismo? Ayer nos impusieron sus leyes, su religión, sus instituciones y su visión de mundo para acumular el capital requerido para consolidar el capitalismo.
¿Qué hemos hecho ante estas imposiciones? Seguimos repitiendo y enseñando el patrón colonial: el poder lo tiene el blanco, tiene privilegio en la enseñanza, mientras los del sur deben obedecer o conformarnos con las migajas de los americanos del norte.
Entonces quitémonos la máscara de la hipocresía, el maquillaje barato del gigante moral, no repitamos como loros: “aquí no hay racismo, aquí todos somos iguales” y actuamos como colonizadores. Qué paradoja, una cosa es lo que se escribe en el papel y otra es la realidad.
La filosofía de la historia juega un papel importante, ya que es necesario abordar la temática desde una postura abierta por un mundo humanista donde todos respetemos nuestras diferencias y nuestras verdades.
El reconocimiento de la historia local debe ser punta de lanza para la planificación social del conjunto nacional. En las ciencias sociales como en la economía o en la sociología, por ejemplo se reclama la construcción de conocimientos precisos sobre la composición de nuestro territorio, considerándose que es en la historia local desde donde se puede ofrecer una gama de datos requeridos para los proyectos sociales. Además nos va a permitir señalar los cambios acontecidos en las comunidades a lo largo de su historia, así como sus necesidades y recursos, refuerza la identidad de la gente con su entorno, la cual posibilitará decisiones y acciones mejor coordinadas y provechosas para el bien común.
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La historia matria debe ser de obligatoriedad, para desmontar la vieja estructura donde se magnifica solo a los grandes héroes, para hacer florecer voces de los pueblos. No seguir bajo el viejo patrón de la enseñanza.
Sería una forma de reencontrarnos con lo nuestro y plantearse temas, crear simposios, tertulias, aclarar dudas, presentar hallazgos, corregir visiones históricas, armar archivos de investigación, debatir ideas, revisar la historia e incluir nuevos elementos.
No puede haber una historia de Venezuela sin atender su origen, su desarrollo e interrelación de todas sus comunidades, que son las que posibilitan la existencia de una región y un país. Los escribidores de historias deben cambiar su persovisión sobre la forma de mostrar los acontecimientos, sin obviar aquellos que son el origen para la construcción de la historiografía nacional. La tarea debe ser ir a las aulas escolares en la zaga de la historia que construyeron indígenas, esclavos y pardos.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).