«Ser o no ser», por Pascual Curcio Morrone

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“El pensar esta reducido a la esfera del ser; el pensar es siempre un pensar de ser, no del no ser” – Aristóteles, siglo IV a.c.
Más de 23 años con el poder absoluto en Venezuela e ignorando a la opinión pública y nos sorprende la motivadora reacción del grupo hegemónico que controla al país –ver TalCual: «Quién gana, quién pierde« – en lo que respecta al diferendo territorial con la República Cooperativa de Guyana en torno al Esequibo, espacio geográfico históricamente considerado como nuestro, pero paradójicamente poco se ha actuado para posesionarnos de él y tan solo lo mostramos en un cartografiado simple, ilusorio, demarcándolo como «Zona en Reclamación», sin mayor accionar.
Venezuela en el pasado cedió el “status quo” del Esequibo a Guyana -dominio político territorial actual-, también con un silencio cómplice avaló hace poco menos de 12 años la entrega de concesiones por parte de los guyaneses a transnacionales para explotar recursos del subsuelo y ahora, ante la abierta pretensión del vecino país frente a los Tribunales Internacionales de Justicia buscando el reconocimiento definitivo universal en la disputa, observamos como los actores políticos nacionales se “desgarran las vestiduras” y en un intento desesperado por tratar de “huir hacia adelante” ante su histórica irresponsabilidad para abordar el conflicto territorial recurren a la consulta popular como estrategia a destiempo, procurando alguna acción a sabiendas de su poca probabilidad de éxito en el marco jurídico internacional, pero tal consulta publicitada como referéndum es tan irresponsable como la propia dejadez que han manifestado por décadas.
Referéndum es someter al voto popular un acto administrativo para su ratificación, manteniendo como fondo dos opciones dicotómicas o contrarias como posibles respuestas: SÍ o NO, y en el marco de preguntas “traídas por los cabellos” que se intentará realizar el próximo 3 de diciembre la respuesta NO sencillamente no existe, no es opción, ya que de ser elegida violentaría tanto la letra como el espíritu de la Constitución Nacional.
Explico dos ejemplos reveladores: la pregunta 4, cito “¿Está usted de acuerdo en oponerse por todos los medios conforme a Derecho, a la pretensión de Guyana de disponer unilateralmente de un mar territorial por delimitar, de manera ilegal y en violación del derecho internacional?” Respuesta indudable SÍ porque la respuesta NO colide en principio con los artículos 1, 11 y 13 de nuestra Carta Magna, referidos a la integridad territorial y soberanía, derechos exclusivos sobre la plataforma continental y zona marítima contigua, obviando la misma pregunta el artículo 236 en su ordinal 4, el cual obliga al Ejecutivo Nacional a actuar en consecuencia, cito: “Dirigir las relaciones exteriores de la República y celebrar y ratificar los tratados, convenios o acuerdos internacionales”; en tal sentido, aquí no hay nada que consultar al pueblo, se debió y se debe actuar con firmeza ante las acciones unilaterales de Guyana y para ello existe la FANB, artículos 328 y 329 de la Constitución y la Ley Constitucional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana del 30 de enero de 2020.
Igual sin sentido muestra la pregunta 5, cito: «¿Está usted de acuerdo con la creación del Estado Guayana Esequiba y se desarrolle un plan acelerado para la atención integral a la población actual y futura de ese territorio que incluya entre otros el otorgamiento de la ciudadanía y cedula de identidad venezolana conforme al Acuerdo de Ginebra y al Derecho Internacional, incorporando en consecuencia dicho estado en el mapa del territorio venezolano?” Al unísono la única opción es SÍ, entrañando varios riesgos. En principio es claro que la respuesta NO violentaría el artículo 153 de la Constitución, cito:
“La República podrá suscribir tratados internacionales que conjuguen y coordinen esfuerzos para promover el desarrollo común de nuestras Naciones, y que garanticen el bienestar de los pueblos, la seguridad colectiva de sus habitantes”; además, poner en nuestros mapas la figura del estado Guayana Esequiba no tendrá ningún efecto porque sigue siendo un no ser, ya que es sabido por todos que Guyana ejerce el “status quo”, el hecho real; adicionalmente, de manera subliminal la pregunta reconoce que nunca ha sido el Esequibo un territorio venezolano y cabrían las siguientes interrogantes ¿ese territorio es o no es venezolano? Entonces ¿por qué dudar en entregar cedula de identidad a sus habitantes venezolanos? o ¿acaso nosotros entregamos cedulas a nacionales de otra nacionalidad? Un claro pleonasmo con un alto riesgo interpretativo en cualquier juicio.
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El pasado 31 de octubre, el TSJ declaró “Constitucional” las preguntas para la consulta, pero resalta un hecho curioso: no hubo razonamiento jurídico que soportase tal decisión, algo extraño en el ejercicio del Derecho, pero lo comprendemos porque es muy difícil razonar jurídicamente cuando se violenta un principio universal: “obligar a lo imposible”, pretender mostrar un mitin político camuflado como referéndum donde solo el SÍ por parte de los afines al grupo político convocante tiene cabida y la opción NO como respuesta no podrá ser jamás, no existe.
Estamos ante un patético síndrome que en política se llama “manifestación en torno a la bandera” – Rally`round the flag -, cuando un decadente líder busca popularidad apuntalando su imagen en el nacionalismo; la nueva estafa política contra el pueblo venezolano, una consulta sin sentido práctico tan solo para medir capacidad de movilización como paso previo a las elecciones generales del 2024. Una versión moderna de un mitin político común donde solo se admite el SÍ y con una promesa reflejada por la pregunta 5: hacer de golpe y porrazo lo que no han querido realizar en sus 23 años hasta el momento de gobierno absoluto, sin oposición alguna en sus decisiones y sin garantía de éxito internacional.
Pascual Curcio Morrone es geógrafo (UCV-1983). Especialista en Análisis de Datos. Especialista en Fotogrametría, IPO, adscrito a la Universidad de Stuttgart, Alemania.
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