«¿Si hay para robar por qué no hay para pagar?», por Beltrán Vallejo
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Estos días han sido intensos en lo que concierne a la conciencia moral de todo un país. La nación toda asiste a una feria de variedades y también de vanidades en lo que respecta a esta «cruzada contra la corrupción». Tanta feria hay que pulula un ambiente de cinismo. Escuchen a Maduro y a Diosdado, y sentirán un cinismo pastoso.
Tanto cinismo impera que antes de que salieran las primeras detenciones, cuyo foco es Pdvsa, hubo una ministra de Educación, la inefable Yelitza Santaella que intentó ponerle los «puntos sobre las íes» a las protestas de los docentes, expresando esta desconsideración: «No vamos a firmar el contrato (…) No estamos en desconocimiento de que el salario está golpeado. Nosotros estamos conscientes y por eso el presidente Nicolás dijo a la Vicepresidenta Ejecutiva que no tenemos ahorita, pero por lo menos con un bono que sea ajustable».
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Por cierto, que esta Ministra viene de unas primeras luchas en el mundo magisterial, unas luchas caóticas, y también viene de dos desastres de gestión gubernamental; primero como gobernadora de Delta Amacuro, y después como gobernadora del estado Monagas, dejando malos recuerdos en esas dos entidades al punto de que la gente del mismo PSUV no encontraba como salir de ella.
Y ahora, todo el país laboral de trabajadores de la administración pública se pregunta: «¿Cómo es que hay dinero que se pierde en la vorágine del latrocinio, tratándose de unas cuantiosas sumas que revientan calculadoras por la cantidad de ceros, y no queda nada para salarios dignos, hospitales, agua por tubería, electricidad y otros elementos básicos para la calidad de vida de muchos?»
Esta misma pregunta puede comprender una realidad patéticamente irónica, como lo es el hecho de que Venezuela es uno de los países de Latinoamérica que más vendió autos Ferrari el año pasado, unos 19, algo llamativo en una nación bloqueada y sancionada, según el tiki tiki oficial. Vean mis hijos que en la increíble concesionaria de Ferraris que está en Las Mercedes, el auto más barato, que es el Ferrari Roma, está costando unos 255.000 dólares; y el Ferrari más caro, que es el Ferrari SF90 Spider, está costando los 550.000 dólares; pongo estos precios para mis lectores interesados en vivir de ilusiones.
Con todos estos elementos, la protesta de los trabajadores comenzó a sacar cartelones con la frase que le pone título a este artículo, y se viene iniciando esfuerzos de unificación y coordinación para constituir un gran frente clasista para enrumbar la lucha de calle con más solidez, con más amplitud, con actividades más consciente y llenas de verticalidad y constancia.
El trabajador debe envalentonarse porque hay plata para aumentar los salarios de hambre. ¡Claro que hay plata! Tanta plata hay que camionetotas y saraos, banquetes y francachelas, trajes, pulseras, viajes, y cambio de vida de manera radical; pa’ lujo en algunos funcionaros públicos, evidencian la enorme brecha de desigualdad social que campea en Venezuela, y evidencian que esta nación sí está generando riquezas, llámese petróleo u oro, llámese minerales estratégicos, llámese gas, entre otros, pero cuyos dividendos se los está llevando el hampa nacional e internacional.
Allá en el Arco Minero también pueden encontrarse los reales que no ubica la ministra de Educación. Allá, en ese rincón de la oscurana donde no hay transparencia en la producción de oro y su comercialización, puede estar el dinero que beneficiaría a millones no a una élite.
No le queda otra a los trabajadores que prepararse para una convocatoria de huelga general. Por medio de la presión de calle sí se pueden lograr los recursos para que el docente, el médico, el policía, entre otros, hagan de sus oficios unos esfuerzos dignificantes y dignificadores, y no una tarea de mendicidad.
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