Síbrega, por Teodoro Petkoff

Hubo otras operaciones de Nóbrega como ministro de Finanzas que también merecen una investigación por parte de los órganos jurisdiccionales. Ahora que lo investigan por una de ellas (la del edificio del Citibank), traeremos a colación la primera. Fue la de la colocación de bonos de deuda pública interna por un monto de 190 mil millones de bolívares, el 29 de julio de 2002. La operación consistió en la adjudicación directa de ese monto a la Casa de Bolsa Cedel, la cual se ocuparía de colocarlos entre las instituciones financieras seleccionadas por Finanzas, y que fueron dos. De esto se ocupó exhaustivamente TalCual en su momento pero a ninguna autoridad pareció preocuparle aquella operación tan irregular. Vamos a refrescar el caso.
El precio de la operación fue de 78% . La República recibió 78 bolívares por cada cien de bonos emitidos. 30% se pagó en efectivo (44.460 millones) y el resto (103.740 millones) en certificados de depósito a 60, 90 y 122 días y tasas de interés de 30, 29 y 28% respectivamente. En virtud del alto descuento acordado a Cedel la República recibió por 190 mil millones de DPN 148.200 millones. La tasa de interés efectiva de la operación fue mucho más elevada que las correspondientes a otras colocaciones realizadas antes. Puede concluirse, entonces, que la adjudicación directa a Cedel se habría justificado de comportar ella condiciones más ventajosas para el gobierno; pero fue al revés: el fisco recibió un precio realmente bajo y tuvo que pagar una tasa excesivamente alta, como veremos más adelante, y, además de eso, dio facilidades de financiamiento a las instituciones que compraron los bonos, con claras ventajas para ellas (¡certificados de depósito!). En ninguna de las subastas realizadas entre julio y agosto de 2002 los bonos tuvieron un precio tan bajo y un cupón (tasa de interés aplicable a los bonos) tan elevado. Pero entre la adjudicación directa y las subastas posteriores la República pagó en exceso entre 16 mil y 22 mil millones de bolívares. Los costos para la República fueron extremadamente elevados. ¿Quién o quiénes se beneficiaron del daño patrimonial que sufrió la República? Clodosbaldo e Isaías deberían averiguarlo.
Por otro lado, los bonos se colocaron en dos bancos “a crédito”, o sea recibiendo en pago los inefables certificados de depósito. Estos, en promedio, tuvieron tasas de 29% . Pero la República pagó a esos bancos 46% . O sea que la República se endeudó al 46%, para colocar luego los fondos recibidos en los mismos bancos beneficiarios, en depósitos a plazos al 29% . ¿Cómo puede calificarse este proceder que no sea aplicando el viejo principio de “piensa mal y acertarás” ?
Nunca explicó Nóbrega por qué una operación con tan desproporcionados beneficios para los inversionistas no se hizo en forma transparente, invitando a una subasta pública a la cual concurrieran varias instituciones, que en competencia habrían producido mejores condiciones para la República. ¿Vale o no la pena abrir una averiguación sobre esta operación?
(En el curso de esta semana analizaremos mucho más detalladamente la operación Cedel en nuestra sección de Economía).