Silencios que hablan, por Teodoro Petkoff
En todo este lío de las computadoras hay varias cosas que llaman poderosamente la atención. La primera, la curiosa circunstancia de que quienes están más directamente involucrados en el affaire, que son los dulces guerreros de las FARC, no se han sentido obligados a decir ni una palabra sobre el asunto. A lo mejor es porque cosas como la entrega de la comandante «Karina», el asesinato de Iván Ríos, miembro del Secretariado, a manos de uno de sus subalternos, y sobre todo la muerte de Raúl Reyes, revelarían que los jefes no han podido reunirse para discutir el tema y emitir una declaración. Pero, sea por lo que sea, la verdad es que el asunto es tan gordo que ya el silencio de las FARC nos está dejando sordos.
El otro dato curioso es la prudencia con la cual están actuando los integrantes del ALBA. Prudencia que va desde un silencio tan estentóreo como el de las FARC por parte del Gobierno cubano, hasta la discreción de Evo Morales y alguna solitaria declaración de Daniel Ortega, visiblemente emitida por compromiso con su benefactor.
Interesante, ¿no? Lo de los cubanos se comprende perfectamente. Desde hace algún tiempo, nuestras fuentes cubiches nos hablan de la consternación que reina en las esferas diplomáticas cubanas con los desmanes de Chacumbele. Desde que hace varios meses el Ministerio de Relaciones Exteriores cubano pidió al Gobierno venezolano que retirara a su representante en Naciones Unidas, Fermín Toro, porque según y que era algo así como un elefante en una cristalería (en lo cual fue complacido por nuestro Gobierno, que se trajo a Toro), los responsables de la política exterior cubana –cuya sofisticación y profesionalismo son proverbiales– viven con las manos en la cabeza ante las «jugadas» de Chacumbele. De paso, las relaciones entre Cuba y Colombia son excelentes. No por casualidad, es en Cuba donde el Gobierno colombiano y el ELN adelantan sus conversaciones.
A todas éstas, ¿el Gobierno de Mr. Bush no podría entender que lo mejor que puede hacer con respecto a Venezuela es mantener sus patotas fuera de aquí? Maromas como las del avión supuestamente desorientado sobre La Orchila se las hemos visto tantas veces a los gringos que ya sabemos bien cuál es su significación. Es raro que no se hayan dado cuenta de que ese tipo de maniobras son totalmente contraproducentes. La situación venezolana es de nuestra estricta incumbencia y en este drama, como en el dominó, los mirones son de palo.