Sincerar la bicha, por Teodoro Petkoff
José Vicente Rangel ha acuñado una sensacional teoría política para justificar cualquier ilegalidad, atropello o arbitrariedad que pudiera cometer el gobierno. Según José Vicente, organizar el MBR-200 desde Miraflores, con los recursos del Estado y los funcionarios del Gobierno, no tiene nada de particular porque eso fue siempre así y ahora «lo que hemos hecho es sincerar la situación». Genial. En vista de ello, desde TalCual queremos proponer una reforma constitucional, en la cual podría comenzar a trabajar el oráculo profesor Escarrá, que consagre el derecho de la «revolución» a «sincerar» su actuación, dando carta de legalidad y legitimidad a cuanto atropello o abuso pueda cometer, siempre y cuando tenga antecedentes en la Cuarta República. El título de ese capítulo en «la bicha» podría denominarse algo así como «De la sinceridad de los actos del Gobierno». Podría ser conocido, con el paso de los años, cuando la gloria de la revolución chavo-rangeliana haya crecido como la sombra cuando cae el sol, como el Inciso Rangel, que enterrará definitivamente el famoso Inciso Alfaro Ucero, que en lejana época «sinceró» también el alma gomecista de la política represiva de los adecos.
A partir de esa reforma de la bicha, podría, por ejemplo, «sincerarse» la acción de exterminio de los cuerpos policiales. Ya que esa práctica viene también de la Cuarta, asúmase abiertamente y adelante con la matazón. También podría sincerarse la composición del CNE. En lugar de buscar unos pobres diablos a los que hay que comprar o presionar para que hagan lo que el Gobierno quiere, desígnese de una vez a Omar Mezza, al general Santéliz, a Sonia Miquilena y otros activistas del MBR-200 (y hasta del sospechoso MVR) para que se ocupen de garantizar la pulcritud de las elecciones.
Habida cuenta de que la corrupción administrativa tiene cartas de nobleza que vienen no desde la Cuarta sino desde la Primera República, sinceremos la situación. El general Rosendo ya no tendría que preocuparse por tratar de explicar la actuación de todos aquellos oficiales que metieron la mano en la pila de agua bendita del Plan Billuyo 2000. El teniente Andrade podría dedicarse a trabajar en los programas sociales en lugar de perder tiempo investigando el choreo que hubo en el FUS antes que él llegara. El Cabildo Metropolitano podría dedicarse a hacer cosas más importantes, en lugar de investigar a Grüber Odreman. En fin, elimínese la Contraloría, pues aunque mucha gente no lo crea, ese organismo todavía existe. Isaías podría volver a la vicepresidencia, y así, además de resolver el gigantesco problema de Estado en que se ha convertido la fantasmal Adina Bastidas, se ahorran los reales de la Fiscalía porque no habrá ilegalidades gubernamentales que perseguir, ya que el Inciso Rangel habrá transformado todo lo ilegal en legal. Todo será sincero. El día que la Asamblea apruebe el Inciso Rangel puede hacerse una gran fogata celebratoria, en terrenos de La Carlota, con las montañas de columnas y de videos del periodista José Vicente Rangel, quien se definía a sí mismo, con mucho orgullo, como «el contrapoder». Pero, se sinceró