Situación de indígenas venezolanos en Brasil es «bastante trágica» asegura Acnur
La Acnur contabilizó a unos 168.000 venezolanos en Brasil, el quinto país de la región por número de inmigrantes de ese país
El alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, aseguró que la situación de los migrantes indígenas venezolanos en Brasil es «bastante trágica» y con menos oportunidades que el resto debido a que no forman parte de algunos de los planes del gobierno de Jair Bolsonaro para atender la migración.
En una entrevista a la agencia de noticias AFP, Grandi dijo que los indígenas venezolanos tienen menos oportunidades de integración en la actividad social y económica de Brasil, y por tanto, permanecen en los refugios de los estados fronterizos sin expectativas.
El encargado de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) pudo constatar la situación de los aborígenes durante su visita en agosto al sur de Brasil, donde se encuentran la mayoría de los migrantes venezolanos.
Días antes abordó este tema con el presidente Bolsonaro en Brasilia. El alto comisionado aseguró que “está claro que ellos no forman parte del proceso de ‘interiorización'».
Este proceso de interiorización es el programa gubernamental Operación Acogida, que traslada y ubica a inmigrantes venezolanos en distintas localidades del interior de Brasil de acuerdo a la disponibilidad de trabajo.
*Lea también: Ecuador, Chile y Perú crean grupo de trabajo para regularizar migración venezolana
Cientos de indígenas venezolanos, principalmente waraos, han emigrado hacia Brasil desde 2016, cuando se agudizó la crisis económica en el país gobernado por Nicolás Maduro.
Los waraos, la segunda mayor población indígena de Venezuela, deben recorrer más de 800 kilómetros desde el noreste de su país, donde están asentadas las principales comunidades, hasta la frontera. Esta tribu padece altos niveles de desnutrición y además es azotada por una epidemia de VIH.
Los pemones y panares, asentados al sur de Venezuela, también han comenzado a llegar a Brasil. Estas tribus deben enfrentar desafíos como las barreras del lenguaje, pues no hablan portugués, por lo que algunos solo ven como alternativa la venta callejera o la mendicidad, además de la estancia en los refugios.
Su integración es sumamente compleja, admitió Filippo Grandi a la AFP.
Según la información de Acnur, dos refugios para indígenas en Roraima albergan a 1.025 personas de diversas etnias y otros dos en Amazonas, a 754 waraos. Pero decenas de ellos también duermen en las calles y han comenzado a instalarse en espacios públicos en el estado de Pará.
«Hice un llamado al gobierno [brasileño] para que este caso sea examinado muy cuidadosamente» a fin de que «se creen algunas oportunidades para ellos», dijo Grandi.
«Creo que deben hacerse algunos esfuerzos para asegurarse de que tengan acceso a los servicios públicos, que los niños puedan ir a la escuela y los adultos tengan trabajo», destacó el diplomático italiano.
Migración en aumento
La situación de las poblaciones indígenas no es el único desafío. Los venezolanos siguen llegando a Brasil, uno de los países de la región que más facilitó los trámites burocráticos para el ingreso de ciudadanos.
La Operación Acogida, creada por el gobierno y gestionada por militares, informó que en agosto entró un promedio diario de 758 venezolanos, significativamente por encima de los 500 diarios de julio.
«Estoy preocupado porque no veo una solución política cerca y eso significa que la gente continuará sufriendo», dijo Grandi.
La ONU estima que 4,3 millones de venezolanos dejaron su país desde 2014. Se trata de «una gran crisis de refugiados global», dijo Grandi, quien, a modo de comparación, recordó que hay 5,6 millones de refugiados sirios.
La Acnur contabilizó a unos 168.000 venezolanos en Brasil, el quinto país de la región por número de inmigrantes de ese país.
El diplomático sostiene que aunque América Latina tiene una tradición de apertura, «hay problemas económicos y sociales, y la presencia de venezolanos está comenzando a exacerbarlos».
Por tanto, al jefe de Acnur le preocupa “que sin un apoyo internacional sólido, el clima se vuelva más hostil para los venezolanos en la región», por lo que pidió al mundo abrir los ojos ante la tragedia y «ser más conscientes de la urgencia» de la situación.