Socialismo del siglo XXI, por Teodoro Petkoff
¿Socialismo del siglo XXI? Hasta ahora sobre esto lo que tenemos es pura paja, gas, palabras huecas, operación de diversión para desviar la atención de los temas realmente pertinentes. Porque son otros los que están sobre el tapete, atinentes al deslave institucional que se está produciendo bajo el impulso que nace en Miraflores.
Autoritarismo, autocratismo, militarismo, centralismo, estatismo y corrupción son rasgos definitorios del régimen. No son los únicos, pero son suficientes para una discusión más sustanciosa y más pertinente. El ejercicio autoritario del poder, saltándose la Constitución y las leyes, incluso cuando no hace falta para alcanzar sus propósitos, dependiendo todo de la voluntad discrecional del Supremo, se ha profundizado significativamente. La concentración de los poderes en el puño del presidente alcanza niveles autocráticos. Parlamento, TSJ, Fiscalía, Contraloría, Defensoría del Pueblo y CNE, operan, para todo lo que atañe a los intereses políticos del gobierno, como correas de transmisión de la voluntad de Chávez. El mecanismo de controles mutuos y de equilibrio entre los poderes está anulado. El Ejecutivo está al margen de todo control verdadero por parte del resto de los poderes. El militarismo se ha vuelto un rasgo dominante del régimen. A partir de la aprobación de la Ley Orgánica de la FAN, esta -cuyo Comandante en Jefe ahora es militar activo, con ese grado específicamente creado para Chávez-, adquiere la condición de factor de Gobierno. Para todo efecto práctico este es un gobierno de la FAN.
La República está siendo recentralizada de nuevo. La aversión del Supremo a toda forma de autonomía institucional y a la descentralización político-territorial ha ido despojando progresivamente, y cada vez más aceleradamente, desde el Banco Central hasta gobernaciones y municipios, de atribuciones que les habían sido transferidas y reconocidas.
El Estado, que se torna cada vez más obeso, más costoso y más ineficiente, duplicando la burocracia, creando infinidad de nuevos entes y empresas públicas, invade todos los ámbitos de la sociedad. Desde la economía hasta la cultura, el Estado adquiere un protagonismo creciente. Desde campesinos reducidos ahora a la condición de pisatarios del Estado, asentados en tierras que no son ni serán de su propiedad, hasta el manejo chantajista de los subsidios culturales para encuadrar y regimentar política e ideológicamente al mundo cultural, pasando por la incremental confusión entre Partido, Estado y Gobierno, la estatización de toda la vida social se asoma en el horizonte.
La guinda de este coctel siniestro es la expansión espantosa de la corrupción administrativa. La corrupción, desde luego, no llegó con Chávez pero la impunidad que hoy la protege si es de factura exclusivamente chavista. Nunca antes había sido tan fácil y tan impune el robo de los dineros públicos. Sobre todo cuando muchos pillos tienen poder de fuego. ¿Socialismo del siglo XXI? ¡Por favor! Autoritarismo, autocratismo, militarismo, centralismo, estatismo y corrupción de todos los tiempos.