Susana Raffalli: En 13% se ubica la desnutrición infantil aguda en algunas parroquias
Raffalli resaltó que el servicio humanitario que se presta en Venezuela está siendo afectado por elementos como la falta de vacunas y la hiperinflación
La nutricionista y asesora de Cáritas Venezuela, Susana Raffalli, manifestó que la situación humanitaria compleja por la que atraviesa el país se ha agudizado en los últimos meses, haciendo énfasis en el colapso de los servicios públicos y del sistema público de salud.
Recalcó que la falta de agua segura y la escasez de gas para cocinar está limitando cada vez más las posibilidades del ciudadano en tener una vida digna, que se agrava con el deterioro del sistema sanitario venezolano al no tener en los centros de salud públicos insumos, medicinas y otras herramientas que permitan a la ciudadanía poder superar una enfermedad.
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Advirtió en entrevista a Radio Fe y Alegría que «entre 12 y 13 niños de cada 100 en una parroquia tienen desnutrición aguda grave. Esto satura los posibles servicios de atención y conducen a estos niños a sufrir enfermedades mucho más graves e incluso a morir», al tiempo que mencionó que también hay dificultades para la vacunación en el país contra la covid-19 y que a pesar de que hay cierta dinamización de la economía por la presencia del dólar, las personas no tienen poder de compra.
Raffalli recalcó que el servicio humanitario en Venezuela está amenazado por cinco grandes factores como lo es la falta de vacunación para el personal que trabaja en el campo, ya sea por la indiferencia de las autoridades del país o de la misma comunidad internacional, lo que los deja expuestos a contagiarse por la covid-19 y a los decesos.
Otros tópicos como la falta de gasolina, la pérdida de la capacidad del bolívar para las compras, la inseguridad y la burocracia del Estado para permitirles laborar, son también elementos que hace cuesta arriba el trabajo humanitario en Venezuela para atender a los más necesitados.
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Considera necesario que deben fortalecerse las capacidades como tejido y como organizaciones, al igual que la elaboración de planes de contingencia y anticiparse a la profundización de la crisis, con el fin de poder hacer su trabajo más efectivo y tener las cuentas claras.
También Susana Raffalli cuestionó que, aunque se han fortalecido esas capacidades de la acción humanitaria desde la llegada de la cooperación internacional desde el 2014, no se han orientado los esfuerzos «a eliminar el origen del daño. En eso la cooperación internacional no ha atendido la parte medular. Muchas veces argumentan que la acción humanitaria no es para eso, que es solo para salvar vidas y que el trabajo no es salvar la institucionalidad y las razones del sufrimiento de un país».
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