“Tengo fe, es una oportunidad”: Venezolanos esperan respuesta de EEUU a pedido de parole
Los solicitantes del nuevo permiso humanitario lo valoran como una buena alternativa a la espera de dos a tres años por citas para visas. El gobierno de Panamá confirma que disminuyó la migración ilegal de venezolanos desde el anuncio del nuevo permiso de Estados Unidos
Texto: Gustavo Ocando Alex
Andrés*, un venezolano de 23 años que recién recibió su estatus de protección temporal por parte del gobierno de Estados Unidos, revisa cada cuatro horas su sesión en los servicios de inmigración y ciudadanía. El viernes pasado, solicitó un parole humanitario para su padre, a quien no ve desde hace casi cuatro años.
“Estoy a la espera. Es una excelente oportunidad para reunirte con tus familiares, pero son 24.000 cupos. Tengo demasiada fe a pesar de que no he recibido ninguna respuesta, porque es una puerta, una salvación”, cuenta a la Voz de América desde Florida, donde reside.
El joven se refiere al nuevo programa migratorio para venezolanos que el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos anunció este mes.
Se trata de un plan para otorgar un máximo de 24.000 permisos o visas humanitarios, conocidos como «parole» en inglés, a quienes tengan un patrocinante económico dentro del país norteamericano y aspiren a migrar legalmente por un período de dos años, con posibilidad de autorización laboral.
La estrategia migratoria nace en respuesta a un aumento considerable de los ingresos ilegales de migrantes venezolanos por la frontera sur de Estados Unidos con México, que, solo en septiembre, superó los 33.000, según argumentó el gobierno federal.
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Ya son “cientos” de venezolanos con sus permisos aprobados y que solo esperan coordinar sus planes de viaje aéreo hasta Estados Unidos con este nuevo plan, precisó el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) al revelar que el fin de semana arribaron a su territorio los primeros cuatro beneficiados.
Es demasiado cuesta arriba esperar dos años para ver si te aprueban o no tu visa”
Andrés, venezolano
Este parole se ha convertido en una moneda de dos caras: por un lado, frustró los planes de migración ilegal para solicitar asilo de miles de venezolanos que iban de camino o pensaban viajar por tierra hasta Estados Unidos, pasando por la peligrosa selva del Darién; y, a la vez, anidó esperanzas de reencuentros familiares y mejores condiciones de vida en otros tantos.
Andrés se cuenta entre el último grupo, si bien no ha recibido hasta la mañana de este miércoles una respuesta oficial a la petición de visa humanitaria para su padre.
“Solo tengo la planilla de recepción de petición en mi sesión, pero hasta ahora nada. La verdad es que espero que sea aprobado y que muchos venezolanos tengan la oportunidad de salir airosos” en ello, dice en referencia a de la página web del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS).
Valora el nuevo programa migratorio como una alternativa a “la demora” que suponen otros trámites para viajar a Estados Unidos, al menos por turismo o negocios. Ocurre que los venezolanos deben solicitar citas para entrevistas para sus visas norteamericanas en consulados y embajadas del extranjero, como Colombia, Brasil, Chile o México.
El gobierno estadounidense, entonces encabezado por el expresidente Donald Trump, cerró su embajada en Caracas en 2019, tras desconocer como mandatario legítimo a Nicolás Maduro, quien todavía permanece en el poder ejecutivo de Venezuela.
La oficina consular liderada por James Story, su embajador ante Venezuela, está mudada temporalmente a Bogotá, Colombia. A esa ciudad, cientos de venezolanos deben viajar para tener entrevistas sobre su solicitud de visas, aunque en estos momentos las próximas citas se otorgan para 2025.
Andrés espera que su padre no deba esperar tanto para reencontrarse ambos. “Es preocupante, demasiado cuesta arriba, esperar dos años para ver si te aprueban o no tu visa”, confiesa.
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Viaje de vuelta de los venezolanos
El programa de permisos humanitarios ha tenido consecuencias inmediatas en la diáspora venezolana en días recientes, según constató esta semana el gobierno de Panamá. La nación de Centroamérica ha registrado el ingreso a su territorio a través del Darién de al menos 204.000 migrantes, la inmensa mayoría de ellos de nacionalidad venezolana. Esta situación ha llevado al gobierno panameño a decretar el martes el cierre de la frontera con Costa Rica para venezolanos sin visa.
Oriel Ortega, jefe del Servicio Nacional de Fronteras de Panamá, dijo a la prensa que la llegada de migrantes sin documentos válidos para ingresar a su país “ha disminuido considerablemente” desde la entrada en vigor del nuevo plan de Estados Unidos.
Según las cifras de su despacho, llega en la actualidad un promedio de 1.000 migrantes sin documentos -o incluso menos-, cuando en octubre hubo un pico de entre 3.000 y 4.000.
Colombia y Panamá son los primeros puntos de un largo viaje de emigración ilegal de venezolanos, que cruzan a pie los 100 kilómetros de la selva del Darién, para luego seguir camino hacia Centroamérica, México y, finalmente, la frontera de Estados Unidos.
El funcionario confirmó que muchos venezolanos que ya estaban en tránsito cuando se reveló el nuevo permiso humanitario “se están devolviendo” a través de Costa Rica.
Estados Unidos enfatizó hace dos semanas en que todo inmigrante ilegal detenido en su frontera sur sería enviado inmediatamente a México y advirtió que tampoco serían beneficiados con ese plan quienes ingresaran sin papeles a México o Panamá.
Este miércoles, otra vocera del gobierno panameño, Samira Gozaine, directora del Servicio de Migración, informó que 900 migrantes irregulares regresaron a Venezuela de forma voluntaria “en vuelos humanitarios”. Se prevé que otros 600 hagan lo propio en breve.
Precisó que hay quienes han comprado su boleto de avión con la misión diplomática del gobierno de Maduro en Panamá, otros que apuestan por vuelos privados y también existen “muchos donantes” que compran los tiquetes aéreos para estas personas que retornan.
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“Solo queda esperar”
Ivette*, una venezolana jubilada, recién entrada en sus 70 años y que reside de Maracaibo, en el occidente de Venezuela, dice haberse quedado “impactada” con el anuncio del nuevo programa migratorio del DHS, hace dos semanas.
Sin visa, no supo de inmediato si podía aplicar al programa, pero se llenó de “esperanza” de poder abrazar de nuevo a sus hijos, asilados desde hace años en Estados Unidos.
“Cuando mis hijos se fueron en busca de un futuro mejor, me aferré a Dios para poder superar esa ausencia. Le pedía mucho que me diera la oportunidad de algún día poder estar de nuevo con ellos y abrazarlos. Es esa aún mi esperanza”, cuenta a la VOA.
Aún tiene fresca “la cara de felicidad” de su hijo cuando hablaron de la posibilidad de solicitar el permiso humanitario. Para Ivette, el plan resultaba agridulce: “mi corazón se debatía entre la felicidad de volver a estar con mis hijos y la angustia de dejar mi país, a mi madre, mis hermanos, mis amigos, mi pareja, tantos afectos cultivados a través de la vida”.
Mi deseo es tener la posibilidad de ir y volver. Nunca he pensado dejar mi país de forma definitiva”
Ivette, venezolana
Su familiar le aclaró que el programa le permitiría residir junto a ellos por un máximo de dos años. “Respiré. Mi deseo es tener la posibilidad de ir y volver. Nunca he pensado dejar mi país de forma definitiva”, advierte, ya entusiasmada luego de que su hijo y un abogado experto en migración le ayudaran a llenar su solicitud del parole el viernes pasado.
Antes, dice haber “corrido” a inyectarse el primer refuerzo de su vacuna contra el COVID-19. Tuvo a mano cada uno de sus datos, incluyendo la precisión de que sueldo anual en bolívares equivale a solo 430 dólares. “Mi hijo y el abogado estaban asombrados”, acota.
En Venezuela, el salario mínimo mensual apenas roza los 16 dólares. Donde reside Ivette, en el oeste de Maracaibo, suelen escasear la electricidad, el agua y el servicio telefónico.
Hoy, se siente “ansiosa”, describe. Abre su correo electrónico cada tanto para verificar si ha llegado una respuesta gubernamental a su petición. Lo hace, según sus palabras, “con la esperanza de recibir la noticia de aprobación” para concretar el sueño de ver a sus hijos.
“Solo queda esperar”, concluye, entusiasmada como pocas veces en sus últimos años.
(*) La Voz de América identificó con seudónimos a los solicitantes del permiso humanitario al gobierno de Estados Unidos en respuesta a sus temores de que el identificarlos pudiera afectar el resultado de sus peticiones migratorias.