Teodoro Petkoff y el bate quebrado
Autor: José Rosario Delgado
Teodoro Petkoff es gloria de la política, de la sociología, del periodismo y de la ciudadanía venezolanas, amén de sus cuantiosos y valiosos aportes a la cultura, a la educación y a la economía como participante y protagonista directo de las luchas y sucesos que nos condujeron a los 40 años de democracia que disfrutamos aunque, en honor a la verdad, para él unos 30 años porque sus compromisos por la libertad y la democracia lo ubicaron siempre en la acera de enfrente de quienes entendieron la política como un medio y no como un fin en sí misma.
Es triste que hombres de la talla de Pompeyo Márquez (QEPD) y Teodoro Petkoff no pudieran vivir sus últimos años de existencia en libertad y en democracia, disfrutando de la vejez y esparciendo conocimientos en aulas y tribunas durante estos trágicos 18 años de revolución, algo en lo que ellos alguna vez creyeron y que, nuevamente, los convirtió en mártires de una generación siempre rebelada y nunca relevada.
Los aportes de Teodoro Petkoff como héroe de todos los tiempos a la vida nacional y a la opinión internacional son de incalculable valor por su interpretación de las izquierdas dobles y del socialismo como problema; es decir, los dobles discursos y la demagogia como instrumento de perpetuación y corrupción del poder, reconocido esto por analistas de todas latitudes y colores.
Una de las contribuciones de Teodoro a la política venezolana fue fundar el Movimiento al Socialismo (MAS), partido que si bien no creció en las proporciones en que todos esperaban, la calidad de formación de su dirigencia y su militancia permitió un importante punto de referencia para el debate político de las ideas, de empoderar a los pueblos en la gestión social y económica propias del gobierno antes, por supuesto, de caer en las tentaciones del oportunismo y de la corrupción.
Nada de eso quieren reconocerle hoy día a Teodoro Petkoff los viles soportes de la falsa revolución que no olvidan ni le perdonan el ser siempre defensor de la libertad de expresión y de la comunicación del pensamiento, que le pasan la factura de sus hazañas políticas y sus proezas periodísticas contra los tiranos y los torturadores de siempre, que buscaron confinarlo en mazmorras para acallarlo y mantenerlo lejos de la opinión y de la gente que ama sus palabras y sus letras para buscar y sostener la verdad.
Sin embargo, la mayor carga de responsabilidad durante los varios años que Teddy permanece entre rejas de tafetán la debe tener el poeta ramplón de la robolución que echó al barro el poquito respeto que alguien pudiera haber sentido por él; el juglar de la infamia y del oportunismo; el trovador de la inquina y de la depravación; el batequebrado de los versos cojitrancos y vate quebrado en derechos humanos; el cantor de la inquisición que ni como defensor ni fiscal se aboca a pronunciarse de una vez a conocer el caso de Teodoro Petkoff quien ya anciano, en el sentido exacto de la palabra, y enfermo, en la acepción circunstancial del término, merece una vida de calidad y un destino de dicha y felicidad conforme a sus aportes a la venezolanidad…
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