«Teodoro, uno más», por Héctor Becerra Sardá
A mi manera de ver, esa manera tan sencilla de convivir en el día a día es uno de los valores primordiales que me deja Teodoro. Totalmente espontáneo
Varios despachos noticiosos internacionales, llegados con la inmediatez de la época que corre, anunciaron la muerte de Teodoro la tarde de este miércoles 31 de octubre. Entre estos primeros avances figuraron el “urgente” de la agencia EFE y los reportajes desplegados por dos portales de categoría, uno de la BBC y otro de El País de España. Después seguirían saliendo artículos y reportajes fechados en las más diversas localidades. Fueron múltiples las expresiones mediáticas que reflejaron la alta proyección alcanzada por el fundador de TalCual fuera de Venezuela.
Otros dos hechos que deseo mencionar, con seguridad solo un par entre muchos más de una larga lista, igualmente dibujan esta notoriedad ganada por Teodoro en el exterior, gracias a su intelectualidad, bagaje cultural, sus punzantes editoriales y su firme rebeldía contra la antidemocracia. Se trata de dos de los reconocimientos periodísticos de mayor jerarquía que se le concedieron en vida: El premio Ortega y Gasset, que se otorga en España, y el Maria Moors Cabot, regido por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, Estados Unidos.
Teodoro dictaba conferencias, escribía y prologaba libros, concedía entrevistas a montón y ofrecía conferencias como si nada. Parecía que le daba igual si le aplaudían o no sus valiosísimos aportes y ni se atrevía siquiera a comentar al respecto. No hacía propaganda de ello y mucho menos se jactaba. Los reconocimientos desde todas partes parecían estar diametralmente opuestos a su sencillez. A más premios y halagos recibidos, más silencioso y comedido era
A mi manera de ver, esa manera tan sencilla de convivir en el día a día es uno de los valores primordiales que me deja Teodoro. Totalmente espontáneo. Nada de protocolos ni falsos formalismos baratos. Desde su escritorio en TalCual era uno más de la redacción. Iba directo al grano. Le pasaba literalmente por encima a las firmas de gerentes y a las trabas burocráticas con tal de resolver una apremiante necesidad, colectiva del periódico o particular de un trabajador. Su camaradería, ciertamente, la sentí ahí durante 15 años. Le agradezco a Teo haber sido uno más, a pesar de la alta proyección que alcanzó.