Terminó la década de plata, por Simón Boccanegra
¿Recuerdan aquella pendejera de la «década de plata», que supuestamente concluiría el 2 de febrero de 2009, antesala de la «década de oro», que se cumpliría en el 2019? En un solo aspecto la década fue de plata: nunca gobierno alguno de esta tierra de gracia dispuso (y disfrutó, dicho sea de paso) de tanta plata como el de Chacumbele. Miles de millones de dólares se derramaron sobre nuestro país y ahora que entramos en la de «oro» con una dramática reducción de ese chorro -que no tiene nada que ver con nuestro trabajo ni con algún mérito particular de la política oficial-, podemos preguntarnos, con alguna inquietud, si la mezcla metálica que dará su nombre al próximo decenio, en el supuesto negado de que Chacumbele siga al mando del país, no será la chatarra. Porque en chatarra es en lo que está convirtiendo Chacumbele a la tierra que lo vio nacer.
Diez años después y 800 mil millones de dólares después, ¿de qué, exactamente, se puede vanagloriar Chacumbele? Quizás de una única cosa, que este minicronista le reconoce, y es la de haber hecho de la cuestión social el gran tema nacional. Lo hizo en días ya muy lejanos pero, ciertamente, logró sensibilizar al país en relación con la cuestión de la lucha contra la pobreza como desafío capital para los venezolanos. Lamentablemente, para el país y para él mismo, más allá de los programas sociales, que en fin de cuentas, con otros nombres y mucha menos plata, los ha habido en todos los gobiernos, Chacumbele ha equivocado todas las políticas públicas dirigidas a arrancar las raíces de la pobreza y lo que ya era malo lo ha empeorado menos en los números de Elías Eljuri, que desde el INE se encarga de inventar guarismos que al único que le hacen creer que hoy vivimos mejor es al propio Chacu, quien, por supuesto, digiere con gusto los platos que el siempre cordial pero fantasioso «Turco» Elías le sirve. La década de plata terminó aguada. Dios quiera que los cuatro años de la de «oro», que todavía le quedan a Su Alteza Real, lo sean de verdad, a ver si antes de que recoja sus corotos nos queda algo bueno.
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